31 mar 2015

~SMILE: Yuki-chan's Life~ Capítulo 32 (Ver. 1)

Otro capítulo más de la historia. Espero que podáis disfrutarlo. Se arroja un poco de luz sobre el problema que tiene Sora con las relaciones sexuales.

No olvidéis marcar "Me gusta" o "No me gusta", votar en las encuestas y dar vuestra opinión en los comentarios. Y recordad recomendar esta historia si os gusta a otras personas que pensáis que la pueden disfrutar.



~Capítulo 32: Donde no dejo entrar a nadie~

- ¿Sora-chan?

 Sora-kun se despertó de golpe con un grito. Estaba empapado en sudor, y el corazón le iba a mil. Jadeaba.
- ¿Kobayashi-san? - Yuki-chan se enderezó y se frotó los ojos.
El chico iba recobrando el sentido, pero la idea de lo real que había sido su pesadilla, aún lo torturaba. Aún se sentía como si siguiera dentro del sueño, y casi tenía ganas de vomitar.
- ¿Kobayashi-san? ¿Te encuentras bien? - preguntó ella, preocupada, y le tocó el brazo suavemente, tratando de reconfortarlo.
Sin embargo, él, en cuanto notó su roce, se puso nervioso y acabó por apartar la mano de la joven enseguida. Ella estaba anonadada. No entendía qué pasaba ni por qué el chico estaba así. De algún modo el muchacho parecía estar mentalmente muy lejos de allí.
- Voy a darme una ducha - dijo.
La voz y su cuerpo temblaban, y la chica pudo ver brillar las cicatrices de su espalda justo cuando él encendía las luces del baño y entraba a darse una ducha.
Yuki tocó las sábanas húmedas. No sólo había sudor... sino también sangre del muchacho. Él no se había estremecido ni movido mucho mientras dormía, por lo que ella no se había percatado de que el chico estaba teniendo una pesadilla. Apretó los labios y cerró su mano agarrando la sábana. Se sentía mal porque debía haber algo que lo atormentaba. ¿Quizá era el hecho de que Makoto estaba allí? ¿Habría recordado algo sobre los golpes de su madre que lo hiciera estar así?

Sora-kun dejaba que el agua fría le cayera por el cuerpo. Apoyando ambas manos en los azulejos con los brazos estirados hacia delante y la cabeza gacha, mientras el chorro de agua caía y se deslizaba por su cabello y su piel, mantenía su cabeza llena de pensamientos desagradables. Varias cosas se habían juntado para que él se encontrase en aquel estado: la discusión con Yuki-chan, la conversación con Rei-san... Y quizá éste había sido el más culpable de todos, aunque no lo hiciera con esa intención. Cosas que quería bloquear... que quería olvidar... Todo había sido en vano. Él sabía que por mucho que quisiera recuperarse de su trauma, nunca tendría una vida sexual activa como su amigo de treinta años; y aunque tampoco es que quisiera ser promiscuo como él, sí quería, al menos, perder el miedo a perder la virginidad. A perder el control. A convertirse, según él, en un criminal. Un monstruo.
Al apartar las manos de los azulejos para peinarse el flequillo hacia atrás, vio que había dejado sangre en ellos. Se miró las palmas. Ni siquiera le dolían, pero tenía cuatro cortes perfectos en cada una, provocadas por sus uñas al apretar los puños mientras dormía. Se echó agua en ellas, y empezó a ser consciente de las heridas de sus manos.

Yuki-chan vio a Sora-kun salir de la ducha con el pelo empapado y una toalla alrededor de la cintura. Él la miró tristemente desde la puerta del baño y suspiró, terminando por apartar sus ojos de ella.
- Deberías ir a tu habitación.
Ella no dijo nada y se limitó a levantarse de la cama y situarse frente a él. Ambos se miraron a los ojos y  se sostuvieron la mirada con cara de preocupación. Ella alargó el brazo y tiró de una de las manos del joven. Éste trató de apartar su mano, pero ella lo agarró fuertemente y puso su palma mirando hacia arriba, dejando al descubierto sus cortes. La joven no pudo evitar respirar hondo y parpadear lentamente al ver eso.
- Sabes que si tienes algún problema puedes contar conmigo, ¿verdad?
Él se limitó a apretar los labios. No había nada que pudiera decir. No quería que ella supiera ese detalle tan vergonzoso de su vida. No podía dejar que ella se enterase.
- Eres distinta al resto de mujeres que he conocido - susurró.
- ¿Y cómo son esas mujeres?
Él no respondió.

Yuki-chan entró disimuladamente en su habitación y se acurrucó junto a su amiga, la cual estaba despierta.
- ¿Cómo ha ido? - preguntó.
- Rei-san no estaba en la habitación. Al parecer había planeado que me encontrara con Kobayashi-san.
- ¿Y qué tal?
- Un desastre - susurró -. Le ocurre algo. No sé qué es, pero creo que tiene que ver con algún recuerdo traumático. Esa forma de actuar... ¿Y conoces a alguien que se meta a darse una ducha en mitad de la noche?
- No - respondió sacudiendo la cabeza de un lado a otro.
- Pero... sea lo que sea, no me lo quiere decir - Aiko-san apartó la mirada hacia otro lado -. Me gustaría poder ayudarle, pero si él no quiere, no hay nada que pueda hacer. Tampoco debería meter las narices donde no me llaman.
- ¿Y qué vas a hacer?
- Nada, supongo - suspiró -. Me muero por preguntarle a Rei-san, pero creo que sería una falta de respeto por mi parte. Cuando él quería saber qué me ocurría, no le preguntó a Rei-san. Pienso que yo tampoco debería hacer lo mismo. Aunque... - se detuvo un momento -. Es cierto que un día me hizo contárselo a cambio de que él me contase la razón de sus cicatrices en la espalda.
- La verdad es que son enormes.
Yuki asintió.
- Pero supongo que no me lo contó todo - susurró -. Quizá se avergüenza de algo.
- Es lo más seguro.
Yuki-chan bajó la mirada. Ella tampoco le había contado todo a Sora-kun. Cosas que prefería olvidar. Cosas de las que se avergonzaba. Cosas demasiado dolorosas como para intentar recordarlas. Cosas que prefería seguir ocultando.

Sora-kun estaba tumbado en su cama con los ojos húmedos. Esa horrible pesadilla había sido demasiado real, y no podía olvidar los sentimientos tan desagradables que le producía. Se sentía asqueado de sí mismo. Y todo empeoró cuando los recuerdos le invadieron.
Aquel niño de cuatro años con el torso descubierto intentando escalar una roca descalzo bajo la lluvia, huyendo de alguien, aterrado, aparecía en su mente una y otra vez junto con el recuerdo de la caída de la roca, raspándole la espalda, creándole unas heridas inmensas que le acompañarían el resto de su vida.
Las lágrimas recorrieron el rostro del chico, y entonces él se giró, tampándose la cara con la sábana.

Rei-san suspiró mientras echaba la cabeza hacia atrás.
- Tienes ojeras - dijo Jiro-san mientras le ponía una taza delante.
- ¿Por eso me sirves café? - preguntó él, algo sorprendido.
Su hermano se encogió de hombros, y él sonrió.
- Puedes estar tranquilo con respecto a Yuki-chan - dijo -. Conozco mis límites. Por mucho que quiera estar con ella, sé que no debo.
- El límite dónde está, ¿en los diez años?
- No tienes gracia - dijo el mayor, molesto. Bajó la mirada -. Anoche la hice verse en la habitación con Sora-kun. Ojalá haya salido bien.
- ¿Salir bien? ¿Querías que se acostaran? Pensaba que estabas enamorado de ella.
- Y lo estoy, pero... Ella lo ama a él, así que quiero que ese par estén juntos. Ellos serían felices, y yo hubiera hecho algo bien en mi vida.
Jiro suspiró.
- No es que te apoye en tu amor ni quiera alentarte a que vayas a por ella, pero a veces la felicidad no se encuentra estando con la persona que amas.
- Y me lo dice el que se casó a los veinte.
Su hermano menor le dio un codazo.
- Lo que quiero decir - prosiguió -, es que quizá ella encuentre la felicidad estando contigo antes que con él.
Rei negó con la cabeza.
- Lo dudo - dijo -. Ese par ha pasado por cosas verdaderamente horribles. Creo que ambos se entenderían muy bien y podrían salir adelante si confían lo suficiente el uno en el otro.
- ¿Crees que serás capaz de ver aquello sin más?
Rei-san sonrió tristemente y negó con la cabeza.
- Pero si yo me encontrase en la situación de ella, quisiera que me dejaran marchar - susurró.

Sora-kun estaba sentado en la arena mientras observaba a Yuki-chan recoger conchas en la orilla junto con Daisuke-kun, Makoto y Aiko. Suspiró y agachó la cabeza y los hombros, sintiéndose derrotado por lo de la noche anterior.
- ¿Cómo te fue anoche?- preguntó Rei-san sentándose a su lado.
- Mal - respondió el joven.
- Si sigues teniendo problemas, ¿por qué no lo dices en vez de negar lo evidente? - dijo.
- No tengo problemas.
- Sí los tienes.
- No, no los tengo.
- Ni siquiera le dijiste a Yuki-chan lo que te pasa, ¿verdad? Escucha, estoy seguro que ella...
- ¡¡Cállate!! - gritó el muchacho levantándose, sumamente irritado -. ¡¡Tú no lo entiendes!! - los ojos se le pusieron llorosos -. ¡Las personas como yo se convierten en criminales!
- Dudo mucho que tú precisamente te conviertas en un criminal - contestó el hombre manteniendo la calma y poniéndose de pie -. Escucha - agarró al chico de los hombros -, quiero que los dos seáis felices. ¿Acaso no querías besar a Minori-san cuando salias con ella? ¿Qué diferencia tiene eso con perder la virginidad con Yuki-chan?
El muchacho lo miró tristemente.
- Que tengo miedo. Ya hubo una vez que me sobrepasé con ella. No quiero que vuelva a pasar. Quiero decir... no quiero convertirme en un monstruo. La gente como yo...
- ¿De verdad piensas que tú podrías convertirte en algo tan horrible?
Él agachó la cabeza.
- No haber tenido relaciones no quita que experimentara el sexo incluso antes de que tú perdieras la virginidad.
El hombre bajó la mirada.
- Durante un tiempo pensé que las mujeres eran aterradoras - dijo el chaval encogiéndose de hombros -. Sólo una niña me pareció distinta. Y después me costó mucho relacionarme con mujeres.
- No me lo recuerdes.
- Quizá era misógino. O ginofóbico. Eso no importa. Creo que tenía razones suficientes para serlo.
- Pero te curaste.
- No de mis traumas. En cualquier caso - dijo él -, tengo miedo de hacerle daño a Yuki-chan. Y además... - el chico lo miró a los ojos -. Mi corazón es un sitio que no voy a dejar que explore. Es un lugar peligroso. Al igual que mi pasado.
- ¿Alguien más sabe qué fue lo que te pasó?
- Mi madre - dijo él sonriendo tristemente -. Y empezó a pegarme, porque decía que yo era como todos los hombres - Rei-san apartó la mirada y suspiró -. La gente como yo está destinada a cometer delitos graves. Podría convertirme en un maltratador, o en algo peor...
- Sin embargo estudiaste karatedo, y judo, y sigues odiando pelear. Y te controlas de una manera increíble aun teniendo delante a la chica de la que estás tan enamorado.
El chico sonrió de nuevo con mirada triste.
- Con ellos aprendí a defenderme, y también aprendí el autocontrol que necesitaba. Aprendí a reprimir mis emociones.
- Déjalas salir - sugirió el treintañero -. Y explícale a Yuki-chan qué es lo que te ocurre. Seguro que puede ayudarte. Si no, ve a un psicólogo, o un psiquiatra. Te ayudarán.
El chico decidió callar su opinión con respecto a los especialistas ya nombrados. Y miró hacia otro lado. ¿Qué pasaría si decidiera dejar entrar a Yuki-chan donde no dejaba entrar a nadie? ¿No lo odiaría? ¿No sentiría repulsión hacia él? No quería que ella lo repudiase de nuevo. El chico suspiró, apartó las manos de su amigo de sus hombros y dijo:
- Gracias.
Entonces empezó a correr con todas sus fuerzas, levantando una gran polvareda de arena, hasta la orilla. No pasaron ni dos segundos cuando agarró a Yuki-chan de la muñeca y salió corriendo con ella en dirección al hostal, con todas las miradas de sorpresa puestas sobre ellos.
- ¿Q-qué ocurre? ¿Kobayashi-san? - preguntaba ella, sin comprender.
Subieron las escaleras a toda prisa.
- ¡¿Qué pasa?! - ella estaba asustada ante el silencio del chico.
Él abrió el dormitorio y cerró la puerta tras ellos. Y aunque ella quiso preguntar de nuevo qué pasaba, no le dio tiempo. El chico la empujó sobre la cama de Rei-san, y ella cayó sobre el colchón. La joven fue a levantarse, nerviosa, pero entonces... Sora se puso sobre ella, impidiéndole que lo hiciera.



~Fin del capítulo 32~

Spoiler del capítulo 33No hay spoilers.

3 comentarios:

  1. Espero que el trauma de Sora me convenza, algo me dice que se que puede ser, pero esperare XD

    ResponderEliminar
  2. Triki, ya no me apareces en Facebook, ¿te encuentras bien? :c
    Apenas vi tu mensaje a estas horas, lo siento mucho ;_;

    ResponderEliminar
  3. Me borraron la cuenta por usar un pseudónimo.
    Te mandé un mensaje a FB con mi cuenta personal, por favor, leelo.

    ResponderEliminar

Tus comentarios ayudan a mejorar las historias y se agradecen mucho :)