29 nov 2013

~SMILE: Yuki-chan's Life~ Capítulo 10 (Ver. 1)

En fin, en fin... el último capítulo de la primera parte y décimo de la historia (el cual no esperaba subir tan pronto)... Me pregunto si os gustará o no... En cualquier caso, advierto de que hay una escena "hot". Está bastante bien diferenciada. Empieza a partir de la tercera parte diferenciada del capítulo. No es obligatorio leerla, porque además es un poco larga.
En fin... (parece mi muletilla de hoy...) no os olvidéis de marcar "Me gusta" o "No me gusta" y votar en las encuestas, por no hablar de dar vuestra opinión en los comentarios.
Por último, os dejo con el capítulo.




~Capítulo 10: Odiar a Tanaka~

Era la hora del recreo. Yuki estaba sentada en su pupitre. Ya había comido y simplemente estaba ahí sentada sin hacer nada, completamente sola, mientras sus compañeros de clase, aun cuando ya quedaba un solo día para su graduación, hablaban en voz baja sobre ella. Reían, bromeaban y se aconsejaban bajar la voz de vez en cuando para evitar que ella los oyese. Sin embargo, ella les oía perfectamente. Al parecer les resultaba graciosa la penosa situación en la que se encontraba Yuki.
De repente, oyó a una voz de alguien a quien no quería oír hablar de ella, y sin embargo, la había insultado de una forma bastante fea. No lo aguantó más. Se levantó y caminó directamente hacia el compañero varón que la acaba de insultar. No era mucho más alto que ella y el flequillo de su pelo negro era tan largo que casi le cubría sus ojos oscuros por completo y llevaba un pendiente en una oreja. Yuki alzó la mano, y acto seguido sonó un "plaf". El chico, Riku Takemoto, se tocó la mejilla en la que le había dejado una marca colorada y se giró hacia ella furioso.
— ¿¡A qué ha venido eso!?
— ¿A qué venía llamarme «puta» justo ahora?
Kaori se puso delante de él con los brazos extendidos.
— Cállate la boca, Yuki-chan. Takemoto-kun no se merece que lo trates así cuando sabes que tiene razón.
Yuki se sorprendió apretó los puños, furiosa.
— ¿Cómo que tiene razón? ¿Qué derecho tiene a llamarme así?
— Sabemos que te estás acostando con hombres adultos —dijo otra compañera.
La joven se giró hacia ella.
— ¿De qué hablas?
— Nos mandaron a nuestros correos fotos tuyas con un hombre adulto. Saliendo por las mañanas de su casa, por la calle y entrando de noche a su casa. Además Minami-san nos ha contado cómo tenía que cubrirte varias noches.
Yuki se giró hacia Kaori. «No puede ser...» pensaba «¿No bastaba con traicionarme una vez?».
— Seguro que le está sacando dinero —dijo otra chica.
«Basta» pensó.
— ¿Y no será ella quien le paga a él para que se acueste con ella? —respondió otra compañera.
«Basta».
— Sí, eso es más probable —se oyó decir a otra.
Las chicas comenzaron a reír. Yuki no lo soportó más y se dirigió a la que había empezado. Alzó la mano, y cuando fue a abofetearla, un chico le detuvo la mano. La otra chica le dio una bofetada a ella, mientras que el chico le remangaba las mangas de la camisa, mostrando las cicatrices de sus muñecas.
— ¿Con qué derecho vienes tú a pegar a nadie, suicida? ¿Es que no tienes suficiente con intentar separar parejas y acostarte con gente mayor?
— Sabéis que eso no es cierto —dijo ella con voz temblorosa sin mirar a nadie.
La gente comenzó a reír, y ella tiró de su brazo, soltándose de aquel chico. Cogió su mochila y sus cosas y se giró hacia Kaori.
— Creo que nunca te fallé como amiga. Siempre te apoyé en todo y te ayudé en lo que pude. ¿Dónde ha quedado eso? Todas esas tardes juntas, estudiando, haciendo maratones de películas, hablando de todo... Incluso recuerdo que me defendías de los demás. Pero al entrar en depresión y cuando empezaron a acosarme, me abandonaste cuando más te necesitaba.
Kaori apartó la mirada y Yuki se giró hacia Riku.
— Riku-kun, parece que no te acuerdas de cuando llegaste a esta escuela. Mientras todos te insultaban y te humillaban, sólo yo te defendí. Te protegí en todo momento. Incluso de Kaori-chan... —dijo girándose hacia ella y luego se volvió de nuevo hacia él—. Ella te humillaba constantemente. Antes de que yo me lo plantease tú me llamaste «amiga». Pero cuando comenzó el rumor de que me gustabas, empezaste a evitarme con la excusa de que yo te trataba muy mal. Sin embargo, a Kaori-chan no la evitabas, aun cuando ella te trataba peor. La diferencia radicaba en ella te gustaba. Luego te volviste popular, pero para serte sincera, a mis ojos ya no vales nada.
Yuki suspiró y con voz temblorosa dijo:
— Sé que nunca os arrepentiréis de haberme traicionado, y sé que el resto se divierte con mi situación, así que me alegro de no tener que veros más.
Salió corriendo por la puerta y mientras iba por los pasillos, llorando, escuchaba reír a sus compañeros de clase y a decir cosas como «Tendría que haberse suicidado hace ya tiempo, así estaríamos todos mejor». Yuki-chan salió de la escuela sin parar de correr ni de llorar. Sólo pensaba en llegar a casa de Rei. Sabía que ese día libraba, así que debía estar en casa. «Odio a Tanaka» pensaba «Le odio. Le odio. Le odio. Les odio a todos». Sus lágrimas seguían cayendo pesadamente durante su trayecto.
Tras correr un rato, llegó jadeando al apartamento de Rei y llamó. El hombre abrió la puerta.
— Yuki-chan, ¿qué haces aquí? ¿Y la escuela?
En ese momento se dio cuenta de que estaba llorando muchísimo.
— ¿Qué te pasa? —dijo él poniéndose a su nivel.
Ella levantó por fin la cabeza y le echó los brazos al cuello. No paraba de llorar. Él se levantó, tomándola en brazos y cerrando la puerta tras él. La dejó sobre el tatami, cerca de la mesa y se sentó frente a ella.
— ¿Qué te ocurre? —preguntó preocupado.
— Pegué a un compañero —respondió.
El hombre se sorprendió.
— No te imagino pegando a alguien. ¿Por qué lo hiciste?
— Me insultó.
Rei parpadeó y frunció el ceño, confuso.
— ¿Y por eso le pegaste? ¿Qué te dijo para que le pegases?
— Me llamó «puta» —respondió ella en voz baja.
Él la miró seriamente.
— No debiste haberle pegado por eso.
— ¿¡Tú también!? —gritó ella.
— Escúchame...
— ¡No! ¡No quiero escuchar más! —Ella se levantó, directa hacia la puerta.
— Yuki-chan, espera un momento...
— ¡No! ¡Si vas a decirme lo mismo que el resto de mis compañeros prefiero no oírlo!
Rei se levantó rápidamente y saliendo descalzo, consiguió atrapar a Yuki ya en los pasillos de los apartamentos. La abrazó desde atrás tratando de inmovilizarla para tranquilizarla. Ella estaba rabiosa y no paraba de llorar y de gritar.
— ¡Escúchame! —gritó él—. ¡Tu no eres tal cosa, ¿verdad?! ¡Entonces no necesitas enfadarte! ¡Sabes que no lo eres! —La chica dejó de forcejear, calmándose un poco—. Tú sabes que no lo eres —repitió él con voz suave—. Pegar a alguien no es la solución. No demuestra que no sea cierto y además empeora las cosas. Créeme. Sé de lo que hablo.
La joven comenzó a derramar lágrimas más pesadas que antes.
— ¡Te odio, Tanaka! —gritaba—. ¡Me destrozaste la vida! ¡Pusiste a los demás en mi contra! ¡Les haces divertirse haciéndome más daño! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! —el último sonó aun más desgarrador que los otros y se dejó caer en los brazos de Rei mientras sollozaba desconsoladamente.
El hombre la abrazó más fuerte y susurrándole al oído con suavidad, le dijo:
— ¿Puedes contarme el resto de lo que ocurrió?
Ella se giró hacia él con lágrimas aún en los ojos y asintió. Le echó los brazos al cuello de nuevo y le susurró:
— Sólo puedo confiar en ti.
— En Sora-kun también puedes confiar —respondió él.
Ella no respondió, y volvió a entrar en apartamento agarrada de la mano de él mientras se secaba las lágrimas.

Hayate Nishimoto tenía dieciocho años. Tenía el pelo castaño y largo hasta los hombros y los ojos negros. No era demasiado alto, pero estaba muy canijo. No había estudiado nunca, pero tenía ciertas habilidades especiales. Procuraba taparse la cara con el pelo y llevaba puesto chándal. Caminaba por callejones, tratando de evitar a la gente, hasta que llegó al callejón en el que se le había citado.
— ¿Me habías llamado, Yasuhiro?
Tanaka se giró hacia él sonriendo.
— Pues sí. ¿Hackeaste los ordenadores y mandaste las fotos?
— Así es —respondió Nishimoto—. No hay ningún alumno de su clase que no las haya visto.
— ¿Escribiste lo que yo te dije junto con ellas?
El otro asintió.
— Je. Muchas gracias, Hayate. No esperaba menos de ti.
— No me has llamado por eso, ¿verdad?
— En absoluto —respondió—. Tengo otra misión para ti.
— ¿Qué quieres?
Tanaka sonrió de forma siniestra.
— Que salgas con Yuki-chan y te enteres si es virgen aún. Conociéndola seguro que lo es.
— Pero ella me odia, jamás querrá hacerlo —dijo frunciendo el ceño.
— Escucha, Ami-chan está muy rebelde últimamente. Si tengo a su amiga, hará todo lo que yo le diga. ¿Entiendes por qué es tan importante que lo hagas?
— Entiendo... —dijo el otro—. ¿Y lo de enterarme de si es virgen o no?
— Si lo es, quiero que se la arrebates.
El otro se rió.
— Una chica atesora su primera vez. Nunca podrá olvidar al chico que la desvirgue. Y si se opone, siempre podemos recurrir a otros métodos... ¿Entiendes a lo que me refiero? —dijo Tanaka—. Será nuestra de cualquier forma, y Ami-chan seguirá atada a mí de esta manera.
— ¿Entonces me gano su confianza? —preguntó el otro sonriendo.
— Veo que me entiendes.

Ya era de noche y Yuki estaba mucho más relajada. Le había contado su historia con Tanaka a Rei y se había quitado un peso de encima. Por otro lado, él parecía muy preocupado y apenas quería hablar después de haber oído lo que había oído. La joven comía sonriendo la cena que él le había preparado. Poder confiar en ese hombre le hacía feliz. Tras terminar la cena, cogió los platos y los llevó a la cocina, donde estaba Rei, pensativo.
— Lo siento, Rei-san, es tarde y debo irme ya a casa.
«No» pensó él. Ella cogió sus cosas y tras abrir la puerta, sintió cómo le tiraban del brazo. Justo después se encontró con Rei besándola y obligándola a entrar de nuevo, cerrando la puerta tras ellos. La abrazó.
— Quédate a dormir hoy aquí.
— Pero...
Él volvió a besarla. «Necesito saber que no te pasará nada. No quiero que te pase nada...» pensaba. Tras besarla la miró a los ojos. Ella estaba sorprendida y ruborizada.
— Quédate —le pidió de nuevo.
Ella asintió y él le besó otra vez. Él se separó de ella y fue en dirección al dormitorio. Ella lo siguió, asomándose dentro. Rei había sacado el futón.
— Durante un tiempo pensé en comprar uno para cuando vinieras a dormir aquí. Hasta que me enteré que no puedes dormir sola —dijo mirando su futón. Se giró hacia ella—. Ven.
Ella se acercó, nerviosa. Él la abrazó y le besó el cuello con suavidad. La tumbó suavemente sobre el futón y la miró a los ojos. Era evidente que estaba nerviosa.
— No me tengas miedo, por favor —le dijo—. No va a pasar nada que tú no quieras que pase.
Ella tragó saliva y él se inclinó hacia ella para besarla. Le quitó el lazo del uniforme y ella comenzó a sonrojarse más, pero cuando ya no pudo soportar su vergüenza, fue cuando el hombre se empezó a quitar el jersey. Se tapó la cara completamente avergonzada, y él se dio cuenta.
— ¿Por qué te avergüenzas? Mírame —le dijo, invitándola a apartar las manos de su cara. Ella se destapó la cara, que estaba completamente colorada, y lo miró a los ojos—. ¿Quieres que me detenga?
Ella negó con la cabeza. Y él volvió a besarla otra vez. Comenzó a desabrocharle los botones de la camisa, y cuando fue a desabrocharle el tercer botón ella lo detuvo y negó con la cabeza, entonces él le desabrochó varios botones de la zona inferior de la camisa, dejándola abotonada por la zona del sostén. La joven estaba completamente avergonzada, y realmente no sabía cómo reaccionar. Aquello era un poco diferente de la vez anterior. Rei le descubrió los hombros y le bajó los tirantes del sostén. Le besó un poco más abajo de la clavícula, y la respiración de la chica se volvió agitada. Se sonrojó aun más, tanto que su cara emitía un intenso calor. Al separarse el hombre, podía verse que le había dejado una marca justo encima del pecho. Una vez más la besó, e hizo algo que quizá debería haberse reservado: metió las manos bajo su falda y se la subió. Ella lo empujó obligándolo a separarse y negó con la cabeza, nerviosa. Él sonrió.
— ¿Me detengo? —preguntó.
— No... —respondió—. Quiero continuar, pero... no traspases la línea, por favor...
Él miró su cara sonrojada sonriendo.
— Claro —contestó dulcemente.
Se enderezó y la enderezó a ella también abrazándola y besándola. Ella se puso nerviosa al notar que su sostén se resbalaba hacia abajo, y se puso bien los tirantes y la camisa. Él volvió a sonreír al verla tan sonrojada y nerviosa por el miedo a que se le pudiera ver el pecho y la besó una vez más. De nuevo no traspasó la línea que Yuki le había marcado.


~Fin del capítulo 10~



Fin de la primera parte


Spoiler de la segunda parte (capítulo 11): Yuki entrará en la Universidad y se mudará a otra casa para no molestar a su familia con sus problemas, sin embargo no sabe la sorpresa que le espera... Por fin Yuki se enamorará.



Luna: Bueno, ¿qué decir? La parte de Rei me ha costado bastante escribirla. No se me da bien escribir esas cosas, pero tenía que hacerlo (lo siento). Me quedan por escribir unas cuantas escenas más de ese tipo... incluso más fuertes (miedo me da). En fin, con esto se acaba la primera parte. Lo siguiente que se publicará es la primera parte del capítulo especial triple titulada Buenos Días, Ami-chan, y después de las tres partes de este capítulo especial, será publicado un extra. En fin espero que os haya gustado el capítulo (risas)

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