21 dic 2014

~SMILE: Yuki-chan's Life~ Capítulo 30 (Ver. 1)

Después de haceros esperar, os dejo el nuevo capítulo. Espero que os guste.

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~Capítulo 30: Problemas~

Rei-san y su hermano estaban ayudando en la cocina a los cocineros del hostal cuando Rei dijo:
- No queda arroz.
- Ah, en la despensa debe haber más. Las llaves deben estar en el cajón del mostrador de la recepción.
- Voy - respondió.
El hombre corrió hacia la recepción y abrió todos los cajones del mostrador. Pero la llave no estaba allí. Rei caminó hacia donde estaba su hermano menor, extrañado.
- La llave no está allí - dijo.
- ¿Cómo? - Jiro-san frunció el ceño -. ¿Estás seguro?
- Completamente.
Jiro se palpó los bolsillos.
- La llave de repuesto está en mi dormitorio. ¿Puedes ir a por ella?
El hombre asintió y subió por las escaleras en busca de la llave, la cual se la dio su cuñada, quien estaba acostando a su hija. Rei bajó las escaleras a toda velocidad, incluso saltándose escalones. Se asomó un momento a la cocina para mostrarle a su hermano que ya tenía la llave, y corrió hacia la despensa. Pero al abrir la puerta se llevó una degradable sorpresa.

Jiro-san iba a regañar a los chicos por lo que habían hecho en su despensa, sin embargo, su hermano mayor fue más rápido y empezó a bronquearles. Quizá no debía sentirse así. No tenía derecho a hacerlo, pero él estaba tan seguro que no se habían ido a los dormitorios porque sabían que alguno de sus compañeros de habitación (o bien él, o bien Aiko-san) podía entrar. Era inútil seguir con aquello por culpa de sus celos. Necesitaba aclarar su cabeza. Se sentó en una silla, derrotado.
- No me sermonees tú, por favor, ya lo sé - le dijo a su hermano. Y parecía que iba a hacerlo, porque cuando su hermano le dijo eso, dio media vuelta y volvió a la cocina. Rei suspiró y se llevó las manos a la cabeza -. ¿Qué estoy haciendo?

Rei-san abrió la puerta de su dormitorio. Sora se enderezó en la cama.
- Rei-san - susurró. El hombre no lo miró, sino que se sentó en su cama, se quitó los calcetines, la camiseta y los pantalones y se tumbó tal cual, tapándose con la sábana y dándole la espalda al chico. Sora se levantó y caminó hacia la otra cama. Lo llamó moviéndole un poco el brazo -. Ey, Rei-san, perdóname.
- Déjalo. No estás arrepentido en absoluto - susurró.
- No, no lo estoy. Pero lo siento porque nos has visto.
- Cállate. Sabes de sobra que estoy enamorado de ella.
- Sí, ¡y yo también lo estoy! ¡Pensaba que aunque éramos rivales nos apoyaríamos mutuamente! ¡Somos amigos!
- Qué iluso.
- Sí... Ya lo veo... - el muchacho se volvió a su cama, tirando de la sábana -. No sé ni por qué te pido perdón. Tú ni siquiera me lo pedías cuando lo hacías - se tumbó dándole la espalda al treintañero.
Ninguno de los dos pegó ojo ese día. Sus cabezas estaban llenas de sentimientos contradictorios.

- Vamos, Sora, baja a desayunar - decía Mokoto-kun sentado en el suelo junto a su primo, quien se había pasado desde que se había levantado jugando a la videoconsola en la habitación de su pariente.
- Ni hablar, no quiero encontrarme por casualidad a ese imbécil - respondió.
Parecía haber olvidado que ese día lo pasaría con Yuki-chan.
- Al menos déjame jugar a mi también - dijo Makoto, pero Sora-kun le quitó el mando que iba a coger.
- Ni lo sueñes.
- Joder... - susurró apoyando la barbilla en la mano -. Sí que estás cabreado.
- Así es - respondió -. Así que si no quieres cabrearme más, no saques el tema de volver a casa. Y tráeme un vaso de leche.
- ¿Eh? Pero si tú eres intolerante. Luego te dolerá el estómago.
- Que me lo traigas - dijo muy serio.
El otro muchacho, no tuvo más remedio que asentir y salir de la habitación. "Rayos, a este paso no voy a avanzar nada" pensó. "Sabía que no sería fácil, pero no pensaba que me fuera a rechazar así de golpe y no iba a escuchar nada de lo que dije. Bueno, quizá debería darle tiempo" se dijo.Daisuke-kun, quien salía en ese momento de su habitación, chocó contra él sin querer y se le cayeron varios folios al suelo.
- Deja, yo te ayudo - dijo Makoto.
Terminaron de recoger los papeles y juntos bajaron las escaleras.
- ¿Te llevas bien con mi primo, Satou-kun? Escuché que sois vecinos.
- No realmente. Nos llevamos bastante mal.
- Vaya, eso no es demasiado propio de él. Suele querer llevarse bien con todos.
- Será que íbamos tras la misma chica.
- ¿Ibais? - preguntó algo extrañado.
El de las gafas asintió.
- Yuki-san.
- Aaaaah. Así que yo tenía razón.
- ¿En qué?
- Desde el principio me di cuenta de que estaba enamorado de ella.
- Es demasiado obvio, ¿verdad? - respondió Daisuke.
- Yo no diría "demasiado". Hace unos años tenía una foto de una niña que...
El chico se paró de golpe, y el más joven lo miró extrañado.
- ¿Fuwa-san?
- No puede ser, ¿o sí? - se preguntó en voz alta susurrando.

- ¿Kobayashi-san? - dijo Yuki-chan asomándose a la habitación de Makoto, puesto que la puerta estaba abierta.
- Ah, eres tú.
- ¿Cómo que "ah, eres tú"? ¿No querías que pasara el día contigo hoy?
- No.
- Pero ayer dijiste...
- Déjate de tonterías. En vez de andar con chorradas, ve y come yema de huevo para que te aumente el pecho. Ayer comprobé que eran muy pequeños para mi gusto.
- Kobayashi-san, mírame.
El chico, de mala gana, paró el juego y volvió la para mirarla, pero no le dio tiempo de hacerlo. Antes de que se diera cuenta tenía la cara vuelta de nuevo y dolor punzante en la mejilla izquierda. El chico la miró sorprendido, casi sin entender. La cara sonrojada y llena de lágrimas de Yuki-chan lo dejó sin aliento.
- ¡¿A qué viene eso?! ¡Deja de ser tan crío! ¡No sé qué te ha pasado, pero no la pagues conmigo! ¡Y si tan poco te gusta mi cuerpo, descuida que no volverá a pasar nada parecido a lo de ayer! ¡Así no tendrás que verlo!
La chica corrió hacia el pasillo y desapareció ante los ojos de Sora, quien aún no salía de la conmoción que le había causado su propia metedura de pata al decir algo que ni pensaba. En cuanto lo hizo, se levantó del suelo y salió corriendo tras ella, causando un gran estruendo y llamando la atención de los demás clientes del hostal. La abrazó por atrás, inmovilizándole los brazos.
- ¡¿Qué haces?! ¡Suéltame!
- Si te suelto saldrás corriendo de nuevo.
- ¡Pues claro que lo haré! ¡Suéltame, idiota! - la chica logró escurrirse de los brazos de Sora saliendo por debajo, pillándolo por sorpresa y encerrándose rápidamente en su dormitorio.

Rei-san fumaba. Parecía que últimamente lo hacía con más frecuencia. No pudo evitar suspirar y sentirse cada vez peor. "Dejé que mis celos me dominaran" pensó. Sacó el móvil de su bolsillo y empezó a marcar números.
- ¿Cómo estás? - preguntó -. ¿Estás bien?
- - respondió la persona al otro lado del teléfono.
- Te noto apagada, ¿qué te pasa?
- No es nada.
- Si quieres que vuelva, sólo tienes que pedírmelo.
- No, estoy bien.
Rei sonrió tristemente.
- ¿Te sientes mejor últimamente?
- Sí, mis moratones se están curando.
- ¿Estás comiendo bien?
- Sí, me dejaste mucha comida.
- ¿No te sientes sola?
- No, de verdad estoy bien.
- ¿En serio? - de alguna forma se sentía un poco decepcionado.
- La verdad, estaría mejor si estuvieras aquí, pero estoy bien, no te preocupes por mí.
El hombre agachó la cabeza. En realidad hubiera preferido que le pidiera que volviese a casa. Así no se sentiría tan inútil.
- Lo siento, Yagami, tengo que colgar - dijo él colgando el teléfono mientras la chica afirmaba al otro lado de la línea.
Tiró la colilla y caminaba por el pasillo cuando se encontró de frente con Sora-kun y Aiko-san que hablaban sobre una metedura de pata. El chico parecía increíblemente arrepentido. Al verse cara a cara, Sora trató de cambiar de dirección, pero el mayor le tocó el hombro.
- Mogami-san, déjame hablar un momento con él.
Ella, un poco sorprendida, asintió y se alejó. Sora-kun, por su parte bajó la mirada y evitaba mirar al treintañero.
- ¿Qué ha pasado?
- Sigo molesto por lo de ayer.
- Lo sé. ¿Qué es lo que le has hecho a Yuki-chan?
El joven se giró hacia él.
- Estaba muy cabreado por lo de ayer, y la pagué con ella. Le dije algo que... bueno, estaba fuera de lugar y no venía a cuento.
- ¿Por qué estabas enfadado? ¿No debería ser yo quien lo estuviera? Quiero decir, yo fui quien se puso celoso.
- ¡Porque me di cuenta que no me apoyas en absoluto! ¡Que dijiste que serías capaz de olvidarte de ella si yo estuviera con ella! - estaba realmente tenso -. Ayer... casi ocurrió algo entre nosotros. Que nos detuvieras no fue lo que me molestó realmente, sino ver que nuestra amistad sólo seguiría si ella se quedaba contigo. Pero puedes estar tranquilo, ella no me ama.
Rei-san suspiró.
- Eres imbécil, Sora-kun.
- ¿Eh?
- Perdóname por haber sido tan egoísta e infantil. Me dejé llevar demasiado, pero sí que apoyo tu relación con ella. Perdóname. Sé que no tenía derecho a ponerme así. Aunque, ¿sabes? yo nunca llegué tan lejos como tú con ella.
El chico se sonrojó de repente.
- ¡Pero yo pensaba...!
- Lo más que he llegado a ver su cuerpo es la espalda, las piernas y los hombros. Tampoco he llegado a tocarla, aunque no es que no lo haya intentado. Pero ella me pedía que no lo hiciera, y no lo hice.
- Entonces yo... - el chico se iba sonrojando progresivamente y se tapó la boca con la mano.
- Sí, al parecer tú has sido el primero en tocarla. Entonces, ¿me perdonas? - dijo Rei-san sonriendo.
El chico vaciló un poco al principio, pero terminó por asentir.
- ¡Bien! ¡Ahora voy a tratar de arreglar tu metedura de pata con ella!
- Pero...
El hombre sonrió.
- Déjame ser útil en algo. Mientras tanto, ve preparando tu declaración.
- ¿Eh? - Sora lo miró con extrañeza mientras el otro se alejaba.

Yuki-chan estaba acurrucada en la cama. Hacía rato que Rei-san había entrado en la habitación con ayuda de Aiko-san, quien le había prestado la llave. Finalmente el hombre se había decidido y se había sincerado con ella. Le había hablado de Mika, de su promiscuidad posterior, de Yumeko, de cómo conoció a Sora-kun, y de cómo había tratado de buscar a alguien que fuera como Yumeko. La recordaba con una sonrisa y lágrimas en el rostro.
- A menudo las cosas no salen como queremos. Tenemos un mal día, y nos equivocamos. Jamás olvidaré aquel día en que Yume-chan huía de mí porque no quería verme. Yo había sido capaz de hacer desaparecer su sonrisa y ese rostro pícaro que siempre tenía. Me sentí tan mal...
La joven lo miró, compasiva.
- Quizá ella nunca regrese.
"No puede hacerlo" pensó la chica, pero no lo dijo. Él suspiró y se volvió hacia ella, sonriendo.
- Perdona a Sora-kun. Le ha pasado lo mismo que a mí ese día. Así que, perdónalo.
Él se levantó y se marchó cerrando la puerta tras él, mientras ella lo seguía con la mirada. Quería perdonar a Sora. Realmente era una estupidez lo que había pasado. Y en un caso en el que normalmente sólo se hubiera enfadado y se hubiera quedado a gusto con darle una bofetada, le había dolido realmente, así que le resultaba un poco difícil. Suponía que era porque había sido él en concreto, alguien de quien no se esperaba tal comentario. ¿Desde cuando estaba enamorada de él? No paraba de preguntárselo. ¿Qué era lo que le gustaba de él? Encontraba un sinfín de cosas que le gustaban, pero nada concreto. Supuso que era por eso se había enamorado de él en realidad. Abrazada a sus rodillas, empezó a buscar en su memoria en el momento en el que empezó a sentir algo por él. No, no fue cuando la besó cuando estaba borracho. Tampoco cuando la besó accidentalmente. No fue cuando le besó la mejilla. Tampoco cuando la ayudó aquel día. Ni siquiera cuando la acosó con preguntas... ¿Y no era cierto que en San Valentín le dio chocolates porque sentía que debía hacerlo? ¿Desde cuándo sentía algo por él? No encontraba la respuesta que buscaba y se sentía frustrada. Entonces se sobresaltó. Recordó el momento el momento en el cual su corazón saltó por él. Y no pudo evitarlo, se llamó mentirosa a sí misma cuando obtuvo la respuesta a sus preguntas, puesto que no podía creer que fuese en aquel momento en el que se enamoró de él.



~Fin del capítulo 30~

Spoiler del capítulo 31: No hay spoilers.

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