Aquí el capítulo 25. Creo que es uno de los más bonitos de la historia. Rei está en un dilema y tiene la necesidad de contarle a Yuki-chan toda la verdad.
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~Capítulo 25: Luchar contra el pasado~
Rei
se levantó con la mejilla señalada de descansar en el tatami. Su
futón lo estaba usando Yagami. Había algo extraño en todo aquello.
Ella parecía estar a gusto con él, y de hecho no se le despegaba.
En eso le recordaba a Yuki. Además no podía negar que se sentía
preocupado por esa chica. Los moratones en todo su cuerpo y su
excesiva delgadez le hacían pensar que estaba siendo durante
maltratada por su novio. No podía imaginar cómo podían hacerle
algo así a una chica tan maravillosa. Era educada y bonita. Cariñosa
y agradecida.
Y
no podía culparla por haber cometido infidelidad con él, puesto que
al ser maltratada, le resultaba normal que hubiera dejado de sentir
algo por su novio. Además, lo que había pasado entre ellos
simplemente surgió. Seguramente porque ella necesitaba cariño y
quizá porque él necesitaba satisfacer su deseo por Yuki de alguna
forma. No podía negar que mientras hacía el amor con Yagami había
visto a Yuki. Y ya no había sido una, sino varias veces las que se
había acostado con ella. Se sentía culpable, puesto que la chica no
tenía más de dieciocho, aunque le quedaban días para cumplir los
diecinueve, pero de alguna forma, no podía evitarlo. No negaba que
le gustaba. Y en cuanto ella le pedía su cariño se lo daba sin
dudarlo, cosa que tal vez era un error, puesto que no quería que
malinterpretase sus sentimientos. Él aún estaba enamorado de Yuki.
Despertó
suavemente a Yagami horas más tarde.
— Voy
a salir —le susurró—. Te he dejado comida por si tienes hambre,
y tienes ropa limpia en una caja del armario. Está justo al abrir la
puerta. También tienes películas, y te dejo el ordenador encendido
por si quieres hacer algo ahí.
— Gracias.
— Siento
que te quedes sola.
— No
te preocupes. Estaré bien. —Sonrió.
Él
le devolvió la sonrisa y se levantó del suelo. Cogió sus llaves y
su cartera y salió del apartamento en dirección al apartamento de
Sora. Suspiró. Ahora ya no podía echarse atrás. Había decidido
contarle toda la verdad a Yuki. Todo lo que le había ocultado hasta
ahora. Llamó al timbre para que le abrieran la puerta del edificio y
luego subió las escaleras. Sora estaba en el umbral de la puerta.
— ¿Qué
tal? —preguntó el chico.
El
hombre sonrió nerviosamente.
— ¿Podría
llevarme a Yuki-chan un rato? —respondió Rei.
— Claro
—respondió el otro frunciendo el ceño y girándose hacia el
interior del apartamento—. Honey-chan, Rei-san quiere que vayas con
él a algún sitio.
— ¡Un
momento! —exclamó ella desde dentro.
— Está
pintando —explicó el muchacho—. Oye —dijo después de una leve
pausa—, cuando regreses, quiero hablar contigo. Es importante.
— Vale...
Rei
tuvo la sensación de que no le iba a gustar demasiado lo que iba a
escuchar después de cómo se sentía últimamente. La chica apareció
en ese momento vestida con una blusa naranja y unos pantalones cortos
blancos.
— Yume-chan...
—susurró.
— ¿Ah?
—dijo ella, que no había oído bien.
— Ah,
no, no he dicho nada —sonrió él.
Sora
lo miraba de reojo. Los despidió y cerró la puerta del apartamento.
Después se dirigió a su dormitorio. Sacó un cuaderno de un cajón
y escribió en una hoja Nieve y azúcar.
Rei
y Yuki iban caminando tranquilamente por la calle cuando él empezó
a hablar:
— ¿Quieres
ir a aquella cafetería?
Ella
lo miró sonriente.
— Sí
—respondió—. Me trae bonitos recuerdos. —Se ruborizó un poco.
Él
también se sonrojó y rió suavemente. Le agarró la mano con fuerza
y la llevó con paso decidido hacia la cafetería. Allí tomaron
helado. Junio ya empezaba y hacía calor. A ella se le veía contenta
y aquella chica que cinco meses atrás ni sonreía, parecía haber
desaparecido. Eso le hacía feliz por un lado, pero por otro, suponía
por qué era, y de algún modo se sentía triste por ello.
Tras
comer y charlar tranquilamente, volvieron a salir. No sabía como iba
a empezar a contarle quién era Yumeko y todo lo que deseaba que ella
supiera pero que también guardar para él. Eran cosas dolorosas en
las que prefería no pensar. Quizá nunca había barajado la
posibilidad de que algún día debía enfrentarse a los fantasmas de
su pasado.
— Oye,
Yuki-chan...
Ella
se giró hacia él.
— Dime
—dijo ella.
— N-no,
nada.
— ¿Qué
te ocurre? —preguntó preocupada.
— Nada,
de verdad.
Se
detuvo un momento frente a una tienda sin decir palabra. La muchacha
lo miraba extrañada.
— Espera
aquí —le dijo él—. Te vigilaré, no te preocupes.
Ella
asintió y se sentó en un banco enfrente de la puerta. Al momento
apareció Rei, que venía corriendo desde el interior de la tienda.
El hombre se sonrojó, bajó la mirada y le ofreció una cajita.
— ¿Qué
es esto? —preguntó mientras la abría.
— Un
regalo.
En
el interior de la caja había un precioso colgante en forma de copo
de nieve que brillaba cuando le daba la luz del sol.
— No
puedo aceptar esto...
— Ya
lo he comprado.
— Pero...
— Es
un regalo.
— Gracias.
Se
puso el collar y lo acarició con los dedos.
— Es
precioso.
Él
la miró y luego la tomó de la mano suavemente.
— Vamos
—fue lo único que dijo.
Anduvieron
hasta un parque. No había nadie, y el viento mecía los columpios
suavemente.
— ¿Por
qué me has traído hasta aquí? —preguntó ella.
— Hay
algo que quiero contarte. Yo...
— ¿Sí?
—ella sonreía.
Él
entonces estalló y abrazó a la joven.
— ¡No!
¡No puedo! —gritó a punto de llorar.
— Rei-san...
— ¡No
me lo quito de la cabeza! ¡No puedo contártelo!
— Tranquilízate
—le susurró abrazándolo también.
El
hombre empezó a llorar sobre el hombro de la chica.
— Prometo
que algún día te lo contaré todo lo que te he estado ocultando
—dijo entre sollozos.
— Esperaré
mientras tanto —susurró ella dulcemente.
— Porque
tú estás hecha de nieve y azúcar... —cantaba Sora cuando
llamaron a la puerta.
Era
evidente que eran Rei y Yuki.
Ella
entró felizmente con su collar nuevo hacia su cuarto.
Sora
se giró hacia su amigo y acercándose a él dijo:
— Así
que le has comprado un collar.
— Sí.
El
muchacho suspiró.
— He
decidido que voy a luchar por su amor.
El
mayor sonrió.
— Sabía
que acabarías haciéndolo.
— Ya
no hay nada que me ate a no hacerlo. Ni siquiera mi amistad contigo.
Al fin y al cabo ella es el amor de mi vida.
— Lo
sé —susurró—. Mucha suerte, Sora-kun.
— Igual
—le dijo el otro sonriendo.
Chocaron
las manos y se despidieron.
— Lo
que no sabes es que Yuki-chan ya se ha decidido, Sora-kun —susurró
una vez que el muchacho hubo cerrado la puerta.
~Fin del capítulo 25~
Spoiler del capítulo 26: No hay spoilers.
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