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~Capítulo 17: ¿Sufrir por una mujer? (Parte 2) ~
— Ay —se quejó débilmente Yagami.
— Lo siento —le dijo Rei.
Le curaba una herida de la cabeza.
— ¿Quizá debería llevarte al hospital?
Ella negó con la cabeza.
— Estoy bien.
— ¿Qué quería ese chico? Si no es mucho preguntar...
— Llevarme de vuelta con mi novio. Pero yo no quiero.
Rei se detuvo un momento, pensativo.
— Nadie debería ser obligado a hacer lo que no quiere.
Ella agachó la cabeza.
— Pero él se dedica a eso...
Él desvió la mirada.
[Hace 14 años en octubre]
— Estoy embarazada —dijo Mika.
Rei levantó la mirada hacia ella, sorprendido.
— ¿Que estás qué? —preguntó él.
— Embarazada, Rei-kun.
Ella bajó la mirada.
— ¿Cómo es eso posible?
— No pusimos medios para evitarlo al fin y al cabo.
Él
se dejó caer contra la valla. Deseaba tener hijos, pero en el futuro.
Era demasiado pronto. Tan sólo tenía dieciséis años. Aunque se dio
cuenta de que si había sido lo suficientemente responsable como para
haber hecho el amor con Mika, también lo era para apechugar con las
consecuencias.
— Está bien, me haré responsable dijo él.
[Hace 14 años en octubre - Fin]
— Odio ese tipo de personas. Una amiga mía está pasándolo muy mal por culpa de gente así —dijo él.
— Entiendo lo que es eso. Porque también una amiga mía pasa por ese tipo de cosas. Trato de protegerla lo más que puedo.
— Yo también.
[Hace 14 años en noviembre]
«El niño no es tuyo» ponía en una carta anónima que Rei encontró en su casillero de los zapatos.
— ¿Qué?
Rei cerró el casillero y se dirigió a Mika.
— ¿Sabes de qué va esto? —le preguntó él a ella.
— Una broma que te han gastado —respondió ella al instante en el que vio el papel.
— ¿Segura?
No sería la primera vez que me manipulas, y tampoco es la primera que
recibo cosas como esa. ¿Cuántas personas más saben que estás embarazada?
— Sólo tú —respondió ella.
— Pues lo sabe alguien más.
— Eso no es posible.
— Pues eso no lo he escrito yo, así que ya me dirás.
El chico se marchó algo enfadado y golpeó una papelera con una patada al pasar.
Rei estaba en su lugar habitual donde leía manga durante los recreos. La voz de Mika sonó cerca, y creyó tener un dèjavu. Se asomó y la vio de nuevo hablando a escondidas... con Takumi.
— Alguien le ha dicho que el niño no es suyo.
— Pues yo no he sido. Sabes que yo no me haré cargo de él, así que no me conviene que lo sepa.
— ¿Por qué no puedes hacerte cargo tú? ¡Es tu hijo! —le reprochaba Mika.
— ¿Cómo
que por qué? ¿Estás loca? Arruinaría mi reputación. Se lo dejarás a ese
otaku de mierda, ¿no? Tú tampoco quieres a ese niño.
— Sí, pero...
— O
aborta, pero a mí no me cuelgues el marrón. De todas formas ese otaku
ha sido de gran utilidad al final. ¿Fue con él con el que perdiste la
virginidad, no es así?
Ella asintió.
— Y
sólo para acostarte conmigo —dijo Takumi riéndose—. Porque
evidentemente yo no me acuesto con vírgenes. Y luego te vuelves a
acostar con él sólo para cargarle el muerto del niño. Eres una zorra,
Mika-chan.
Ella agachó la cabeza.
— ¡Hijos de puta! —gritó Rei saliendo de su escondite y corriendo hacia Takumi.
Antes
de que el otro pudiera reaccionar, Rei, mucho más grande y ancho, se
abalanzó sobre él, quedando encima del chico y empezó a golpearle con
los puños en la cara con todas sus fuerzas. Takumi no tardó en empezar a
sangrar y a penas pudiendo defenderse, se volvía una masa de carne roja
sanguinolienta. Mika, asustada, fue a pedir ayuda. Varios alumnos se
presentaron ante la escena, y varios amigos de Rei intentaron apartarle
con mucha dificultad de Takumi, que se levantaba a duras penas e iba
directo a pegarle a él si no hubiese sido agarrado por su panda de
amigos. Sin embargo, el de metro noventa, alcanzó a pegarle una fuerte
patada en las costillas, lo que hizo que algunos amigos de Takumi fueran
a por él, siendo detenidos por algunos amigos de Rei.
— Ya, ¿vale? Tranquilidad.
Se
llevaron a Rei a un sitio donde pudiera estar tranquilo y relajarse, y
allí empezó a llorar debido a la tensión de su corazón. Poco después fue
llamado al despacho del director. Lo expulsaron.
Horas más tarde en casa de Rei, su padre le golpeaba. Lo cual no era la primera vez.
— ¡Un
hijo que no es bueno para nada! ¡Un puto inútil! ¡Un negado en los
estudios! ¡Y encima deja que lo expulsen por pegarle una paliza a otro!
—le decía mientras seguía golpeándole.
La
madre de Rei había tratado de detener a su marido en varias ocasiones.
Pero no funcionó. Jiro, su hermano pequeño de quince años observaba con
la cara pálida la escena.
Una de las veces el chico se levantó y golpeó a su padre.
— ¡Que me dejes ya, joder! —gritó consiguiendo alejarse de él.
Le dio una patada a la mesa, y fue tan fuerte, que acabó por romperla.
— ¡Estoy hasta el gorro de esto! —dijo el chico gritando.
— ¡Pues vete de aquí! ¡Y ni se te ocurra regresar nunca más! —le dijo su padre.
— ¡Bien! —dijo él subiendo a su cuarto y llevándose una bolsa con algo de ropa y dinero que había ahorrado.
Por suerte, tenía trabajo desde que Mika le había dicho lo del niño. Ahora le sería útil.
Salió por la puerta dando un portazo. Pero alguien más la abrió. Al volverse, vio que era su hermano Jiro.
— Lo siento, Rei —dijo.
— ¿Por qué?
— Fui yo quien te escribió la carta. Les escuché hablar de ello. No podía dejar que cargaras con algo de otro.
— ¿¡Y por qué no me lo dijiste a la cara!? —preguntó.
Su hermano bajó la mirada.
— Lo siento —dijo.
Rei soltó la bolsa y abrazó a su hermano.
— Ya está, no te preocupes. Ya no podemos hacer nada —le dijo—. Adiós, Jiro.
Esa
noche durmió en casa de un amigo y después empezó a buscar un piso,
aunque sus escasos recursos no le permitían encontrar gran cosa. Y desde
entonces, empezó a vivir solo.
[Hace 14 años en noviembre - Fin]
Rei
se despertó a la mañana siguiente. Se enderezó y sintió la calidez de
un cuerpo junto a él. Entonces se dio cuenta de que estaba desnudo y que
la persona que dormía a su lado, también. Rei se llevó las manos a la
cabeza recordando el día anterior. Algo había pasado entre él y Yagami
que no hubiera podido explicar aunque se lo pidieran. No sabía cómo ni
de dónde había surgido aquello. Empezó a sentir su traición dentro de
él. Estaba enamorado de Yuki, pero eso no le había impedido, y esta no
era la primera vez, que se acostase con otra mujer. Salió del futón, y
poniéndose la ropa interior, se asomó a la ventana y empezó a fumar.
Sora estaba encerrado en su cuarto con los ojos llenos de lágrimas, completamente a oscuras. Yuki llamaba a la puerta.
— Kobayashi-san, por favor, abre la puerta —decía ella.
— No, aléjate de mí. No te acerques.
— ¡Estoy bien! ¡No ha pasado nada!
— No quiero que me veas ahora. Siento demasiada vergüenza por lo que te he hecho.
— ¡No has hecho nada malo! Por favor, abre la puerta.
— No quiero —respondió él tumbándose en la cama.
— Pues si no lo haces, meteré a Vivi en un cubo de agua.
— No lo harás.
— Sí lo haré.
De
repente Sora empezó a escuchar sonidos de un grifo abierto y los gritos
de un gato. El muchacho abrió la puerta de golpe e iba a salir
corriendo hacia la cocina cuando se topó con Yuki justo delante de él,
abrazándolo dulcemente. El sonido del agua y el gato provenía del móvil
de la chica, el cual lo tenía ella en la mano.
— No hiciste nada malo, y no estoy enfadada. Así que no te preocupes por mí, ¿de acuerdo? —le dijo con una ternura especial.
El chico asintió aún lloroso y la abrazó fuertemente.
~Fin del capítulo 17~
Spoiler del capítulo 18: Se contará qué fue lo que hizo Sora-kun para estar tan avergonzado.
Luna: En fin, sólo espero que os haya gustado el capítulo.
T-T...lo dije...era una zorra
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