25 abr 2014

~SMILE: Yuki-chan's Life~ Capítulo 18 (Ver. 1)

Bueno, creo que ya he cumplido este mes. Tres capítulos en dos días. ¡Tres!
En fin, el capítulo es puramente Sora/Yuki, así que los fans de esta pareja deben estar felices, poque además es un capítulo largo.

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~Capítulo 18: Fuera de sí ~

Sora estaba tumbado en la cama mirando una foto. Eran él y Yuki de niños. Sonrió. Aquella niña no había cambiado nada.
En ese momento Yuki abrió la puerta sobresaltándolo.
— Oye, Kobayashi-san, ya he terminado de ducharme —dijo ella.
El chico escondió la foto bajo la almohada.
— Sí, ya voy —respondió.
Yuki cerró la puerta y se encaminó hacia su habitación. El muchacho suspiró y cogió la ropa y se la llevó al baño. Al meterse en la ducha, pareció cambiar su humor de tranquilidad a tristeza y se apoyó con una mano en la pared de azulejos mientras el agua le caía por el cuerpo. «¿Cuándo me daré cuenta de que no puedo estar con ella?» se dijo.
Al abrir la puerta del baño, ya vestido, vio a Yuki de cuclillas frente a la puerta con las manos sobre las mejillas.
— ¿Qué haces? —dijo él con el ceño fruncido.
— Esperarte.
— ¿En esa postura tan ridícula? —dijo metiéndose con ella y soltando una carcajada.
— ¡Pues sí! ¡Igual de ridículo te ves tú en delantal! —exclamó ella.
— ¿Y cuándo llevo yo delantal?
— ¡Nunca! ¡Y harías bien llevándolo!
— ¿Pero no has dicho que me vería ridículo?
— ¡Exacto!
Ambos empezaron a reír. Desde hacía unos días Yuki parecía haber cambiado su conducta hacia él, pero Sora también lo había hecho. Procuraba no abrazarla ni besarle las mejillas, ni tampoco hacerle cosquillas. Evitaba cualquier tipo de contacto físico con ella incluso a la hora de dormir. Como el cambio de la chica había surgido tras eso, el joven pensó que se debía a que él había cambiado su forma de ser con ella, y que ahora se sentía más cómoda al estar con él. Aun así, la dulzura que ahora ella le profesaba, no le hacía feliz. Sonreía y había veces que no podía evitar reír con ella, pero el pensamiento de que ella se hubiera enamorado de Rei, el hecho de que sabía que le ocultaban algo sobre ella y que él mismo tenía novia, lo hacía sentirse apartado, desplazado. Él sobraba, eso lo tenía claro.
— Es raro verte con una camiseta blanca —le dijo ella refiriéndose a la camiseta que llevaba el chico.
— Bueno, quizá. Pero tiene una franja negra, ¿no?
— Bueno, sí. ¿Es que no puedes vestir de otra forma que no sea de negro?
— No —respondió él a punto de reír—. ¿Me ayudas con la cena?
Ella asintió y se dirigieron ambos a la cocina.
— Coge eso —dijo él señalando uno de los utensilios de cocina.
Yuki fue a cogerlo, pero el chico rápidamente la detuvo.
— No, si me vas a ayudar debes quitarte las muñequeras.
La cara de la joven se puso pálida.
— No.
— ¿Por qué?
— Porque no.
— Entonces cocinaré solo. No es bueno llevar muñequeras mientras cocinas.
Ella asintió triste y se marchó a la sala de estar y se sentó en el sillón con los pies sobre él, abrazando sus rodillas.
Sora estaba enfadado. Que le ocultase algo tan tonto como la razón para no quitarse unas muñequeras lo ponía de mal humor.

— Honey-chan, la cena ya está —dijo Sora desde el umbral de la puerta de la sala de estar.
Ella asintió. Se puso las zapatillas y fue a la cocina para comer junto al muchacho.
— Oye, Honey-chan —empezó él—, ¿algún día me contarás por qué tanto secretismo?
La joven se sorprendió.
— ¿A qué te refieres?
Él suspiró, apartó la mirada un momento y luego la volvió de nuevo hacia ella.
— Llevamos viviendo juntos un mes, y aún no sé por qué usas muñequeras ni por qué hay que recogerte de cada sitio al que vas, por qué hay que llevarte ni por qué no se te puede dejar sola por la calle —dijo.
«Ni por qué esa chica vino a casa o quién es ese tal Hayate del que habló» se dijo para sí. Ella desvió la mirada y aparecieron lágrimas en sus ojos. Él suspiró.
— Si te cuento la razón de las cicatrices de mi espalda, ¿me contarás lo tuyo?
Ella se sorprendió, asintió, recogió los platos vacíos de la mesa y se sentó frente a él. El joven respiró hondo y empezó:
— Mi madre siempre quiso tener una niña. Hizo que mi padre, del que ni siquiera conozco su nombre, la dejase embarazada, y después rompió con él. Sin embargo, no nació una niña, sino que nací yo...
Yuki recordaba que efectivamente nunca vio al padre de Sora cuando eran vecinos. Siguió escuchando al muchacho:
— Al principio pareció no importarle. Era buena y cariñosa conmigo. Sin embargo, un día... —Tragó saliva y se detuvo un momento para volver a hablar—. Sin razón aparente empezó a golpearme. No sé qué pasó para que diese ese cambio repentino. Las cosas cambiaron drásticamente. Me estuvo pegando hasta los dieciséis —se volvió a detener un momento—. Como cuando mi abuelo murió, me dejó una gran cantidad de dinero, me mudé aquí en cuanto vi una oportunidad, llevando a Vivi conmigo.
Él la miró como deseando ver una reacción en ella. Y vaya si hubo reacción. Yuki empezó a quitarse las muñequeras mostrando unas horribles cicatrices.
— Esto es lo que te había ocultado —le dijo.
El chico iba a decir algo cuando ella lo interrumpió:
— No me las he hecho yo —aclaró—. Me las han hecho. Un chico, de tu edad, que me odia y quiere verme muerta, pero no me mata directamente, sino que espera que sea yo quien me quite la vida —Yuki empezó a llorar—. Eso es lo que no quería decirte.
Ella se levantó de la silla, avergonzada de su situación, y se dirigió a su dormitorio. Sin embargo, al pasar junto a Sora, sintió cómo tiraban de su muñeca y la hacían girarse, para después encontrarse boca con boca con el muchacho. Su primera reacción fue separarlo de ella poniéndole ambas manos en las mejillas y empujar de la cara del chico en la dirección opuesta a donde se encontraba su boca, pero lo hizo tan fuerte que le marcó las mejillas y el muchacho comenzó a quejarse.
— Duele... —decía.
— Lo siento... —susurró ella.
— Vaya, si se preocupa por mí.
— ¡Pues claro que sí! —gritó—. Eres mi mejor amigo, ¿no es así? —susurró ella muy bajito.
Sora-kun se sonrojó.
— ¿De verdad soy tu mejor amigo? —preguntó él con tono divertido y acercándose a ella.
— ¡Pues claro!
Ella empezó a ponerse nerviosa.
— ¿Entonces me harías un favor? —dijo él sonriendo.
Ella asintió.
— ¿Me dejarías volver a hacer, sólo por hoy, lo que he hecho hace un momento?
La joven se ruborizó.
— ¿Hacer qué?
— Besarte.
Las mejillas del muchacho se encendieron también al decirlo.
— ¿Qué? ¿P-por qué? —ella estaba nerviosa.
— No sería la primera vez. Además es sólo por hoy. No volveré a pedírtelo. Sólo quiero aprender para cuando Minori-san me deje besarla.
— ¡Pues si es para eso, piensa un poco en ella y no beses a otras chicas!
— No beso a otras chicas. Sólo a ti, y han sido dos veces. Una de ellas por accidente.
«Ya van tres en realidad, pero no lo recuerdas porque estabas borracho» pensó ella.
— Además a ella no le importará...
La joven vio de nuevo la mirada de tristeza del chico al decir esa frase. Y, latiéndole muy fuerte el corazón, tomó una mano del chico y lo besó suavemente. Si ella era sincera consigo misma, más de una vez había sentido el impulso de besarlo, pero nunca lo había hecho. La confusión que sentía ante sus sentimientos por él y por Rei, hacía que todo fuese mucho más difícil de soportar para ella. Rei y ella no eran novios, ni siquiera mantenían ninguna clase de relación de ningún tipo. Sólo pasaba lo que pasaba de vez en cuando. Aun así, el de treinta años seguía negándose a tener siquiera una cita con ella.
Sora correspondió al beso y le puso la mano sobre la nuca dulcemente. Se separaron un momento y se miraron mutuamente de forma anhelante.
— Aquí es un poco incómodo, sentado yo en una silla y tú de pie —dijo él.
— Sí...
— En el salón estaremos más cómodos, ¿no crees?
Ella asintió. Sus mejillas estaban encendidas y su corazón le latía deprisa. Sora no besaba bien, era muy torpe, pero era dulce y de cualquier forma despertaba su nerviosismo. Ambos se sentaron en el sofá y de nuevo, en esa postura dulce de antes, volvieron a besarse. El chico aprendía con cada beso que daba y recibía. Puso las manos en la cintura de Yuki y ella le echó los brazos al cuello. La cosa empezaba a descontrolarse, y en la misma postura, acabaron por tumbarse. Él encima de ella. El muchacho empezó a darle besos cortos pero de forma lenta de los labios a la barbilla, y de la barbilla, al cuello, donde la besó varias veces. Ella, ruborizada pero también con la cabeza ida, no se lo impidió, y sólo se percató de lo que sucedía cuando notó la lengua del joven deslizarse por su cuello.
— ¿Kobayashi-san? —dijo ella, pero el chico pareció no escucharla.
Metió una mano bajo la blusa de la muchacha, lo que la alarmó.
— Kobayashi-san, espera —le pidió.
Pero de nuevo no hizo caso. Siguió subiendo la mano hasta alcanzar el sostén, y tiró de él.
— ¡Kobayashi-san! ¡Para, por favor! ¡Espera un momento!
Ella intentó moverse, pero el chico pesaba demasiado, y él seguía con lo suyo, y mientras le lamía y besaba el cuello, empezó a tocarle el pecho y empezó a meter la otra mano también debajo de la blusa.
— ¡Kobayashi-san! ¡Te he dicho que pares! —dijo ella clavándole una rodilla en un costado.
Como si despertara de un sueño, Sora se separó, dándose cuenta de lo que había estado haciendo: la saliva en el cuello de Yuki y su mano aferrada a un pecho de la chica. Por no hablar de los ojos asustados de ella.
— No... —susurró.
Sacó las manos de debajo de la blusa de Yuki y se puso de pie, sorprendido de sí mismo.
— Yo no quería hacer eso... Yo... Yo no... —Tenía la cara completamente pálida y los ojos como platos—. Lo siento... Yo...
— Kobayashi-san —dijo ella con tono dulce, levantándose, poniéndose bien la ropa y acercándose a él para cogerle la mano.
Él apartó su mano enseguida, y se fue directo a su habitación, donde se encerró. Yuki lo siguió, pero no pudo llegar antes de que atrancase la puerta. Movía el picaporte, pero no conseguía abrirla. Comenzó a aporrearla.
— Kobayashi-san, por favor, abre —dijo.
Volvió a tirar del picaporte, pero seguía sin pasar nada.
— Kobayashi-san, por favor, abre la puerta —repitió.
— No, aléjate de mí. No te acerques. —En su voz se notaba que estaba llorando.
— ¡Estoy bien! ¡No ha pasado nada!
— No quiero que me veas ahora. Siento demasiada vergüenza por lo que te he hecho.
— ¡No has hecho nada malo! Por favor, abre la puerta.
— No quiero.
— Pues si no lo haces, meteré a Vivi en un cubo de agua —amenazó.
— No lo harás.
— Sí lo haré.
Yuki cogió su móvil y le puso el volumen lo más alto que pudo. Acto seguido, puso un vídeo que le habían mandado de cómo trataba una mujer de bañar a un gato. Sabía que en cuanto lo escuchara, Sora saldría enseguida para socorrer a su amada gata. En cuanto escuchó abrirse el picaporte, abrió los brazos, deteniéndolo en seco con un abrazo.
— No hiciste nada malo, y no estoy enfadada. Así que no te preocupes por mí, ¿de acuerdo? —le dijo con una ternura especial.
El chico asintió aún lloroso y la abrazó fuertemente.
— Esta es la última vez que lo hago, lo prometo —dijo intentando esconder su rostro.
— Sólo estaba sorprendida. No estoy preparada para algo así.
— Me refería a esto en general. No puedo dormir contigo esta noche.
— ¿Por qué?
— No quiero volver a hacer una cosa así...
Ella lo miró directamente a los ojos.
— Y yo no quiero que sigas preocupándote por eso. ¿Vamos a dormir? —preguntó sonriente apartándole el flequillo de cara.
Él asintió.
— Voy a ponerme el pijama, espérame, ¿vale?
— Está bien, dijo él.
Ella se dirigió a su cuarto, y él se puso su pijama. Se tumbó en la cama y esperó a Yuki. «La razón de aquel beso sólo fue un acto reflejo...» pensó «Quiero protegerla...». Ver lo que joven sufría, el miedo que tenía que pasar, junto con la impotencia que lo invadía al saber que no podría ayudarla, habían hecho que sus más profundos sentimientos salieran a la luz, expresados por un beso repentino.
En ese momento llegó Yuki con un camisón largo. El chico no pudo evitar contener la risa.
— ¿En serio? ¿Un camisón? ¿Acaso quieres seducirme?
— ¡No! ¡Es que tengo todos mis pijamas sin lavar porque a alguien que le tocaba hacer la compra ayer se le olvidó comprar jabón para la ropa! —acusó ella algo indignada. Pero estaba aliviada, parecía que aquello lo había animado.
— Lo siento —dijo él con una carcajada.
— ¡Jum! —soltó ella girando la cara sonrojada.
— Ven —le pidió él sentado en la cama con los brazos abiertos.
Ella, algo dudosa, lo abrazó y ambos se tumbaron en la cama dispuestos a dormir. Hasta que Sora dijo:
— No te vayas a vengar de mí por tocarte el pecho tocándome entre las piernas mientras duermo.
— ¡Como si yo fuese a hacer eso! —dijo ella completamente roja.
Él empezó a reírse.
— La verdad es que no me importaría que lo hicieras.
— ¡Arg! ¡Cállate! —gritó ella cada vez más colorada.
Sora volvió a reír a carcajadas mientras la seguía molestando. Sí, era divertido.


~Fin del capítulo 18~


Spoiler del capítulo 19: Yuki-chan se reúne con una persona.



Luna: ¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Los Sora/Yuki lo habéis disfrutado? Espero que sí (risas)

1 comentario:

  1. Anónimo5/05/2014

    Me ha encantado!!! *w*
    Quiero un Sora-kun! >_<

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