22 mar 2014

~SMILE: Yuki-chan's Life~ Capítulo 15 (Ver. 1)

Me vais a perdonar por haber tardado tanto en escribir el capítulo, pero es que he estado muy ocupada y he tenido muchos problemas últimamente. En cualquier caso, aquí lo tenéis ya.

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~Capítulo 15: Cuando ya pensaba que...~

Yuki se despertó a la mañana siguiente en su cama con el pelo revuelto. Giró la cabeza y miró a su lado. Había una almohada. «¿Sora-san la ha puesto?» pensó. «Ahora que me doy cuenta, no era necesario dormir con nadie» se lamentó avergonzada. Volvió a tumbarse abrazando la almohada que Sora había dejado a su lado. «Huele a él...» pensó. De repente, se sonrojó, avergonzada. ¿Cómo era posible que supiera a qué olía? ¿Y además por qué había pensado aquello? ¿Acaso era una pervertida?
Yuki se levantó y cogió la almohada para llevarla al cuarto del chico. Pero al abrir la puerta del dormitorio del muchacho, se lo encontró dormido sentado frente al escritorio con la cabeza apoyada sobre un libro de medicina llevando unas gafas junto a una pequeña lámpara encendida. Dejó la almohada sobre la cama del muchacho, y después se acercó disimuladamente a él. Le quitó las gafas, con cuidado de no despertarlo y no hacerle daño, y las dejó en un lado del escritorio. Se acercó un poco más. «Es verdaderamente lindo» pensó. Le besó la mejilla y le acarició el flequillo. «Perdóname. Parece ser que no te dejo estudiar». La chica apagó la lámpara y se fue del cuarto, dejando al muchacho solo en la habitación.

Sora se despertó con la cara, la espalda, y el cuello completamente doloridos. Hizo un sonido a modo de queja ante el entumecimiento de sus músculos, y recogió el libro. Se dio cuenta pronto que Yuki había estado allí, puesto que la almohada estaba sobre la cama y sus gafas a un lado del escritorio. Se desperezó, cogió ropa limpia de los cajones y se dirigió al baño. Para su suerte o desgracia, no escuchó el sonido del agua golpeando la ducha, y cuando abrió la puerta y empezó a quitarse la ropa, se dio cuenta de que Yuki estaba allí, desnuda, mojada, y con toalla en mano. La chica pegó un grito, y, como si de un efecto reflejo se tratase, le tiró una pastilla de jabón que había justo a su lado. El chico, completamente sorprendido y paralizado ante la situación, fue golpeado en la frente por la pastilla que ni siquiera había intentado esquivar.
— ¡Lo siento! ¡No sabía que estabas tú! —se disculpó evitando mirarla y saliendo corriendo cerrando la puerta tras de sí.
El chico se sentó en el suelo apoyándose en la puerta, sonrojado, y suspiró.

— Venga, no te enfades conmigo. ¡No sabía que estabas en la ducha! —se disculpaba Sora mientras desayunaban.
Yuki estaba enfadada y fingía no escuchar al muchacho. Éste se levantó de la silla y avanzó hacia ella, poniéndose muy cerca.
— Si no me perdonas, te haré cosquillas.
Ella fingió no escucharle pensando que bromeaba, y cuando menos se lo esperaba, Sora le puso las manos en la cintura y comenzó a hacerle cosquillas. La chica casi se atraganta, y estuvo a punto de caerse del asiento pero el muchacho fue más rápido y la agarró a tiempo. Ella lo empujó y se levantó de la silla y fue directa a su cuarto. El joven suspiró y recogió las cosas del desayuno de ambos.

Yuki cerró la puerta y suspiró. Por alguna razón no estaba enfadada, sino avergonzada por lo que acababa de pasar, puesto que no se esperaba que Sora fuera a tocarla tan repentinamente y más después de lo que había pasado en el baño.
Descubrió su caballete, que estaba tapado por un mantel viejo. En el había apoyado un papel ingres con un dibujo de carboncillo a medio terminar. Era la figura de un ángel. Se puso a dibujar, completamente distraía sonriendo mientras definía cada trazo y daba las sombras, llenándose las manos de negro.
— Honey-chan. —Entró Sora-kun de repente en la habitación.
Ella dio un brinco y se giró un poco molesta.
— ¿No sabes llamar?
— Lo siento —se disculpó él—. ¿Estás pintando? —dijo él reparando en el caballete con el papel.
— Dibujando.
— ¿Puedo verlo?
Yuki desvió la mirada dubitativa y se giró para seguir dibujando. Repentinamente sintió cómo alguien la abrazaba desde atrás.
— Es precioso —susurró él en su oído.
La chica se ruborizó y notó latir con fuerza su corazón.
— Kobayashi-san, contigo no puedo dibujar —susurró.
— Vaya, lo siento —dijo el muchacho un poco arrepentido—. Oye Honey-chan —dijo tras una pausa—, ¿te gustaría que te enseñara algo?
Ella se giró hacia él con el ceño fruncido.
— ¿Qué?
— Vamos a mi cuarto —dijo agarrándola de la muñeca y sacándola del dormitorio.
La llevó directamente a su habitación.
— Nunca he hecho esto delante de nadie —dijo él.
Sacó su guitarra y se sentó en la cama.
— No te rías, por favor —dijo.
Comenzó a tocar el instrumento y, poco después, también empezó a cantar. Para sorpresa de la muchacha, el joven tenía cantaba de maravilla, con una voz suave y llena de dulzura. Yuki no pudo evitar embobarse ante tal actuación. De alguna forma se sentía relajada y no podía evitar sonreír. Era la clase de voz que llamaba la atención de las personas, y quizá si no hubiese cantado frente a ella, Yuki no se habría dado cuenta de lo hermosa que era la voz de su compañero de piso.
Cuando el chico hubo terminado de tocar, con las mejillas encendidas, preguntó tímidamente:
— ¿Qué tal?
— Me ha encantado —respondió ella con una sonrisa—. Cantas y tocas genial.
Sora desvió la mirada aún ruborizado... al principio.
Sin aviso previo, se abalanzó sobre Yuki, abrazándola muy fuertemente contra él, lo cual la sorprendió e hizo que se sonrojase también.
— ¿K-Kobayashi-san? —dijo ella.
— Perdóname. Sólo... déjame estar un poco así. Por favor —contestó él.
Ella, sin estar muy segura, correspondió al abrazo, y al hacerlo, el chico la estrechó aun más fuerte. El corazón de ambos latía fuertemente, tanto que podían sentir los del otro, pero prefirieron no preguntarse mutuamente por qué estaban nerviosos por un simple abrazo. Después de un rato pequeño, él se separó de ella, y mirándola como en un trance, empezó a acercar su rostro al de ella.
Parecía estar perdiendo la cabeza, cuando por suerte o por desgracia suya, le sonó el móvil, devolviéndolo a la realidad.
— ¿Qué? —dijo frunciendo el ceño mientras hablaba con quien fuera que hubiera llamado—. Pero... Vale, vale.
Colgó el teléfono y miró de reojo a Yuki sonrojado y avergonzado.
— Tienes que... em... venir conmigo a comprar... ¡salsa de soja! ¡Sí! ¡Eso!
— Pero si hay en el frig...
— ¡Da igual, necesito más para la comida! ¡Y curry! ¡Sí! ¡Eso también! —exclamó cogiéndola del brazo y haciéndola andar.
— E... ¡Espera! ¡Deja que coja mi abrigo antes!
Ella fue corriendo a coger su abrigo y salieron por la puerta.
— ¿Por qué tengo que ir contigo al supermercado? —preguntó ella un poco molesta.
— Emm... —El chico estaba sin palabras e intentaba buscar alguna excusa.
De un callejón, como si los vigilara, se asomó una figura vestida de chándal observándolos y dispuesta a seguirlos cuando una fuerza desconocida la empujó de nuevo al interior del callejón haciéndola chocar de espaldas contra el muro violentamente.
— ¿Eres Yasuhiro Tanaka? —preguntó el hombre de metro noventa que se plantaba frente a Nishimoto agarrándolo del cuello de la sudadera.
Nishimoto empezó a reír.
— No, espera —dijo Rei—. Eres Hayate Nishimoto. El hacker.
Nishimoto dejó de reír por un momento. Y luego sonrió.
— ¿Qué hace pensar que soy ese tal Hayate Nishimoto?
— La estás siguiendo.
— ¿Qué? ¿A quién? —dijo a carcajadas.
Rei encolerizó y le pegó un puñetazo, reventándole ambos labios por un lado, haciéndole sangrar y haciendo que volviera a golpearse contra el muro con la parte trasera de su cabeza. Las piernas de Nishimoto fallaron debido a la fuerza del golpe y el otro lo obligó a levantarse agarrándolo del cuello de la sudadera.
— No bromees conmigo. Juro que si la tocas, te mataré. Y créeme que lo haré —lo amenazó.
La mirada de Rei en ese momento no era su habitual mirada dulce a la que acostumbraba a mostrar a Yuki. Era una mirada aterradora, tanto que podría helar la sangre de cualquiera. La mirada de alguien que es capaz de asesinar a sangre fría. Nishimoto palideció al verla.
El hombre soltó al muchacho violentamente.
— Estás avisado —le dijo volviéndose.

— ¿De verdad que no había ni salsa de soja ni curry en casa? —preguntó Yuki al salir del supermercado.
— Bueno...
«¡No puedo decirle que Rei-sensei me dijo por teléfono que hiciera esto!» pensaba Sora.
— ¿Kobayashi-san? —susurró ella al ver la cara de preocupación del chico.
El muchacho disimuló su gesto con una sonrisa, cuando de repente escucharon a alguien llamarlos. Era Rei.
— ¡Rei-san! —dijo Yuki avanzando hacia él.
— ¿Qué habéis comprado?
— Salsa de soja y curry —respondió Sora sacando ambos botes de la bolsa.
Pero por algún motivo, se le resbalaron y rodaron en direcciones opuestas.
Sora se fue tras uno, mientras que Rei y Yuki tras el otro. Los dos últimos lograron atrapar pronto su bote en el interior de un callejón, pero el de Sora se había metido por un hueco y no lo alcanzaba.
— Por fin —dijo ella alegremente cuando Rei atrapó el bote—. ¡Kob...!
Rei le tiró del brazo, interrumpiéndola. La chica se giró hacia él.
— No te he visto en varios días, y te echaba de menos —dijo él—. Quería verte.
Él se inclinó hacia ella y la besó.

Sora logró alcanzar el bote seguido de un: «¡Lo conseguí!». Se giró y caminó hacia el callejón donde estaban Yuki y Rei, dispuesto a llamarlos, pero cuando se asomó, su sonrisa se esfumó y se apartó con tristeza en los ojos, fingiendo no haber visto nada.
— ¡Ey! ¡Ya he cogido el mío! ¡Deberíamos volver! —llamó con disimulo.
Ambos salieron del callejón y Yuki, que iba corriendo con rubor en sus mejillas, tropezó, chocando con Sora, que atinó a agarrarle los brazos cuando fue a caer después del choque.
— ¿Estás bien? —le preguntó él.
La muchacha miró los ojos preocupados de ambos hombres y con cierto nerviosismo y tartamudeo respondió:
— S-s-sí, ¡claro que sí!
— Me alegro —sonrió él.
Ambos hombres avanzaron hacia delante, pero ella se quedo paralizada como un pasmarote.
— ¿Qué te pasa, Yuki-chan? —preguntó.
— ¡N-nada! —respondió sonrojada.
— Venga, que se hace tarde —dijo Sora.

Ninguno de los dos hombres sospechaban lo que acaba de pasar por la mente de Yuki, y es que acababa de darse cuenta de que quien ella había pensado que sólo le gustaba, era mucho más para ella. Llevaba enamorada de uno de los dos desde mucho más tiempo del que ella creía. Uno de los dos era completamente correspondido.


~Fin del capítulo 15~


Spoiler del capítulo 16: Se contará parte de la vida de Rei-san y su adolescencia.



Luna: En fin, sólo espero que os haya gustado el capítulo, y que el próximo también os guste.

1 comentario:

  1. Anónimo10/31/2014

    waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! malvada!!!!!!!!!!!!!!! como me haces sufrir entre...Kobayashi o Rei????????? Me inclino por Rei pero....T_T

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Tus comentarios ayudan a mejorar las historias y se agradecen mucho :)