9 dic 2013

~SMILE: Yuki-chan's Life~ Capítulo 11 (Ver. 1)

Bueno, ya aquí el capítulo 11. Ya sé que dije que subiría primero el capítulo especial triple y el extra, pero estoy trabajando en las portadas y no quería haceros esperar mucho más. Espero que lo disfrutéis, como siempre. A los fans de Sora creo que les gustará lo que va a pasar en este capítulo. A los fans de Rei les diré que eso no quita que él tiene la ventaja sobre Sora de los sentimientos de Yuki. Conoceréis a un personaje nuevo que tendrá una aparición fugaz en el capítulo.
Con respecto al resto de la segunda parte, os diré que va a haber muchos momentos románticos, y varios dramáticos, pero que aún no se va a resolver el asunto de Tanaka (lo siento).
No olvidéis marcar "Me gusta" o "No me gusta" y votar en las encuestas. Sin entreteneros más, os dejo con el capítulo (me pregunto si alguien lee mis comentarios antes y después de leer...).






A menudo el amor viene de la forma que menos esperamos y puede significar nuestra mayor fortuna o nuestra mayor desgracia. ¿Cuál de las dos será para Yuki?


~Capítulo 11: Te doy una ventaja~

El móvil comenzó a sonar. Sora, que estaba haciendo su desayuno, apartó la comida del fuego y fue corriendo a cogerlo.
— ¿Rei-sensei?
Me pregunto cuándo dejarás de llamarme así...
— Vaya, lo siento...
En cualquier caso; ya voy a recoger a tu nuevo compañero de piso, así que llegaremos en un rato. No te vayas a ir de allí.
— Descuida. Aquí os espero. Por cierto, ¿cómo se lla...?
¡Lo siento tengo que colgar! —interrumpió Rei Y tras eso, colgó.
Sora soltó el teléfono en la mesa y siguió con lo suyo. No sospechaba que esa llamada iba a poner su vida patas arriba y que le esperaba una increíble sorpresa.
Tras desayunar, alguien llamó a su puerta. Llevó los platos a la cocina y corrió a abrirla, sin esperar encontrarse allí a Yuki. Ambos se miraron sorprendidos, dándose cuenta de que habían sido engañados por Rei.
— Yo no sabía que eras tú mi nueva compañera de piso, de hecho pensé que eras un chico —se defendió el muchacho.
— Yo tampoco sabía que eras tú con quien iba a vivir.
Ambos se giraron y salieron corriendo hacia las escaleras, esperando poder alcanzar a Rei antes de que lograra irse. Por suerte, cuando llegaron abajo, acababa de meterse en el coche. El chico se agarró a la puerta justo antes de que lograra arrancar, por lo que el otro no pudo avanzar.
— ¿Qué significa esto? ¡No me dijiste que era ella con quien iba a vivir!
— No tengo tiempo para hablar. Llego tarde al trabajo —respondió—. Ya sabes, si tienes algo por tu casa que no quieres que ella vea, ve enseguida a guardarlo.
Sora se puso pálido y, soltándose del coche, entró de nuevo en el bloque de apartamentos. Yuki se acercó.
— ¿Y por qué no me dejaste vivir contigo? —preguntó.
— ¿Es que quieres acabar con eso todos los días? —respondió señalándole al cuello—. Luego hablamos.
Rei comenzó a avanzar y se alejó de allí. Yuki se tocó el cuello, donde tenía dos chupetones que le había hecho el hombre hacía poco. Corrió al interior del edificio. Revisó si estaba todo, y tras comprobarlo, llamó a Sora para que la ayudase a meterlo todo dentro. El chico salió agitado y colorado al pasillo, cogiendo algunas cajas.
— ¿Por qué tienes tantas cajas de lienzos en blanco? —preguntó él.
— ¡Eh, ten cuidado y no los rompas, que cuestan muy caros! —exclamó ella.
— Lo siento... —se disculpó metiéndolos hacia dentro.
Una vez hubieron metido todo dentro, se sentaron ambos en el escalón del vestíbulo, descansando.
A diferencia del de Rei, el apartamento de Sora era más grande y de aspecto más occidental. Sora se levantó después de un par de minutos y se fue a la cocina.
— ¿Quieres comer algo? —le preguntó.
— Ya desayuné en casa —respondió.
Él se asomó al vestíbulo.
— ¿Puedo preguntarte por qué te has mudado?
— Vivo un poco lejos de la facultad, y además... no quiero causar más problemas a mis padres.
Sora se apoyó en la puerta.
— ¿No es más lógico que vivas con Rei-san? Vive cerca de aquí.
— Se lo pedí a él, pero se negó —respondió—. De todas formas a mí tampoco me hace gracia vivir contigo.
— Ya...
El chico volvió a meterse adentro; la chica se levantó y fue a ordenar sus cosas en su nuevo cuarto.
— Lamento si no te gusta —dijo Sora asomado a la puerta—. Este cuarto no se usa desde hace años.
— No te preocupes, estaré bien.
Él la miró un poco triste.
— ¿Por qué te desagrado tanto?
— Pues no lo sé —respondió ella—. Quizá porque vestido de negro me recuerdas a alguien que no quiero recordar —susurró.
Él no alcanzó a oír todo, pero sí la parte de «vestido de negro».
— ¿Te disgusto porque visto de negro?
— No es eso, así que... ¿¡Qué diablos haces!? —preguntó sobresaltada tras haberse girado hacia él.
Sora se estaba quitando su camiseta negra.
— ¿No es obvio? Me cambio de camiseta.
— ¿¡Y tiene que ser en mi cuarto!?
— Pues... sí, porque en el mío sólo tengo de color negro, y por aquí tengo en este cajón de aquí —dijo agachándose hacia el cajón más bajo del armario— unas cuantas de otro color.
— ¿Qué son esas cicatrices de tu espalda?
El chico se giró bruscamente, dejando su espalda oculta de los ojos de la muchacha, que estaba un poco asustada. Eran unas cicatrices enormes, y aunque no eran muchas, ni muy gruesas, no eran normales. El joven, sin girarse, cogió una camiseta verde y se la puso, cerrando el cajón justo después y saliendo de la habitación a toda prisa.
— ¡Espera! ¡Kobayashi-san, si puedo ayudarte en algo...!
Él se giró hacia ella, estaba triste y nervioso, eso era evidente.
— Por favor, olvida lo que acabas de ver. No es nada que debieras haber visto, ni nada por lo que debas preguntar.
Se giró dándole la espalda y se encerró en su cuarto. La chicano sabía qué pensar. Se sentía mal y en parte comprendía cómo se sentía. Si había sido maltratado en el pasado era normal que no quisiera contárselo a ella precisamente. Se tocó las muñecas pensando en ello y miró la puerta que él acababa de cerrar.

Había pasado un rato y Sora no había salido aún de su cuarto. De él salía una melodía de guitarra. Yuki se armó de valor y llamó a la puerta. La melodía se detuvo y la puerta se abrió. La chica se inclinó hacia delante.
— Lo siento mucho, Kobayashi-san.
Sora entonces sonrió.
— Sólo si dejas de llamarme así.
— ¿Qué?
— No me llames «Kobayashi-san» —dijo dándole con un dedo en la punta de la nariz—. Llámame «Sora-kun».
— ¿Y eso por qué?
— Ahora vamos a vivir juntos, deberías dejar de ser tan formal, Honey-chan.
— ¿¡Honey-chan!?
— Es que eres dulce como la miel —dijo con una sonrisa brillante.
— ¡Mentiroso! —exclamó sonrojada.
— ¡Qué mona! —respondió sonriendo más brillante.
— ¡Vale, suficiente por hoy! ¡Calla ya! —contestó ella girándose.
El chico la agarró y la abrazó desde atrás sonriendo mientras le besaba la mejilla.
— Vale, ahora suéltame —dijo ella completamente colorada.
Él comenzó a reír y la soltó, entrando otra vez en su cuarto. La joven, aún sonrojada, entró en su habitación y cerró la puerta, avergonzada.

Rei acababa de bajarse del coche. Había aparcado un poco lejos de su apartamento. «Te estoy dando una ventaja, Sora-kun. No te quejes de ello» se dijo así mismo. Comenzó a caminar, y al doblar la calle, chocó con una chica que iba corriendo. Era de estatura media, con el cabello de color rojizo cortado por los hombros y los ojos verdes. Llevaba pendientes negros e iba vestida de rojo oscuro y negro. Tendría aproximadamente la edad de Yuki. La chica no cayó hacia atrás, pero cuando el hombre le vio la cara, vio que estaba asustada y agitada.
— ¡Ha ido por ahí! —oyó gritar. Por la voz dedujo que era alguien joven.
La chica agarrándole la mano, salió corriendo de nuevo, obligándolo a correr también.
— ¡Ven por aquí!
— ¡Espera! —exclamó él.
Se metieron en un callejón, escapando de un grupo de chico jóvenes, menores de edad, vestidos con chándals.
— ¿Dónde se ha metido? —dijeron.
Tenían suerte. Habían pasado inadvertidos.
La chica salió de su escondite, y respiró por fin, jadeando, con el pecho agitado.
— ¿Qué es todo esto?
— Mi novio... —dijo— me tiene encerrada... Me escapé... Quería ver a alguien... Él... —prosiguió entre jadeos— es el que ha enviado a esos chicos... para que me lleven de vuelta...
— ¿Te pega? —preguntó él.
Ella se giró rápidamente hacia él, muy nerviosa.
— Lo digo porque tienes un moratón cerca del pómulo.
La joven apartó la mirada intentado ocultar la prueba del maltrato con el cabello..
— ¿Cómo se llama? —preguntó ella.
— Rei Himura —respondió.
— Yo soy Yagami. Perdón haberle causado problemas, Himura-san. Ya me marcho —dijo levantándose.
— No me has causado problemas, así que no te preocupes. ¿Estarás bien a partir de aquí? ¿No te encontrarán de nuevo?
— Espero que no... Muchas gracias, Himura-san. Espero volver a encontrarme con usted algún día.
Y salió corriendo en la dirección opuesta a por la que había llegado y el hombre se levantó. Se rascó la cabeza pensativo sin saber muy bien qué acababa de pasar.

La noche llegó. Después de haber sido molestada y obligada a ruborizarse repetidamente durante todo el día por Sora, Yuki se había ido pronto a dormir. Él salió de la cocina, donde acababa de comer otra vez después de la cena y se asomó al cuarto de la joven abriendo la puerta sólo un poco. La observó desde el umbral, y, armándose de valor, entró y le besó la mejilla. «Espero que puedas dormir sola hoy» pensó acariciándole la cabeza. Salió de la habitación cerrando la puerta tras él y sonrió. El corazón le latía velozmente.
Avanzó hacia su habitación y se acostó. No tardó en dormirse.
No obstante, al cabo de un rato notó como si le cayese agua en la cara. «¿Lluvia?» pensó en sueños. De repente de se dio cuenta de que alguien lo estaba moviendo. Abrió los ojos y lo primero que vio fue el rostro lloroso de Yuki.
— ¡Honey-chan! ¿Qué te pasa?
— Perdóname por despertarte, Kobayashi-san, pero es que...
— Tuviste una pesadilla —interrumpió el muchacho.
Ella asintió, nerviosa.
— Lo siento, estoy muy avergonzada por hacer esto —dijo tapándose la cara mientras lloraba.
El chico se levantó y la abrazó.
— No tienes nada de lo que avergonzarte. Seguro que hay una razón para que tengas unas pesadillas tan horribles como para tener que dormir con alguien.
La chica se abrazó a él en desesperación. Estaba aterrada.
— ¿Quieres que duerma contigo? —preguntó el joven.
— Pero, ¿y tu novia?
— No creo que le importe. —Se sentó en la cama—. Ven.
Ambos se acostaron en la cama y durmieron juntos toda la noche. El calor de Sora era reconfortante y ayudó a que la chica dejase de llorar y pudiera dormir de manera sosegada. Sin embargo, a la mañana siguiente...
— ¡Si vas a tener que dormir conmigo todas las noches, es mejor que te pongas un pijama! ¡No quiero volver a verte en boxers! —gritó Yuki tras haberlo tirado de la cama al darse cuenta de que él estaba en ropa interior.
— ¡Sí, Honey-chan!
Y tras eso, empezaron a convivir juntos. Yuki debía aprender a apreciar a Sora y a soportarlo, a su pesar.


~Fin del capítulo 11~


Spoiler del capítulo 12: Rei le explica a Sora por qué lo ha hecho vivir junto a Yuki.



Luna: Bueno, este capítulo iba a ser más largo, pero tuve que acortarlo mucho al darme cuenta de la extensión que iba a ocupar. ¿Qué sensación os ha dado Yagami? No la olvidéis, porque va a ser un personaje muy relevante en el resto de la historia. No os preguntaré si os ha gustado el capítulo, porque supongo que a la gran mayoría no, y es que reconozco que ha sido un capítulo de lo más aburrido. En cualquier caso, espero que sigáis leyendo la historia.

1 comentario:

  1. Dices que a la mayoría no nos gustara, entonces yo debo ser la minoría, me ha encantado!! *w*
    Sora-kun y Yuki-chan durmiendo juntos... viviendo juntos.... Ya tengo ganas de ver como sigue la historia!!
    Sin olvidarme de Yagami, ella también me ha dado curiosidad ya :3

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