15 mar 2016

~SMILE: Yuki-chan's Life~ Capítulo 5

Después de un parón bastante grande, aquí os dejo el quinto capítulo de esta historia.

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~Capítulo 5: Una razón estúpida~

Yuki Asakura, de quince años de edad, se hallaba mirando a través del cristal de la ventana, comprobando el clima. Había estado todo el día lloviendo y no había indicios de que fuera a parar nunca. Sin embargo, en ese momento, pese al color gris del cielo, todo parecía estar tranquilo ahora. Se terminó de trenzar el pelo y se puso sus dos horquillas para recogerse el flequillo. Bajó corriendo las escaleras y le pidió permiso a su madre para ir a la librería.
—¿A la librería? —repitió su madre con el ceño fruncido.
—Sí. ¡Por favor, mamá! ¡Hoy sale la nueva revista!
Hikari, que por aquel entonces tenía trece años, bajó las escaleras corriendo al escuchar la conversación.
—¡Sí, por favor, mamá! ¡Por favor! —pidió la joven desde las escaleras juntando las manos en señal de súplica.
La mujer suspiró resignada.
—Está bien. —Los ojos de Yuki se iluminaron—. Pero te quiero de vuelta en menos de una hora, y sólo la revista, ¿entendido?
—Sí, mamá.
Lo cierto es que Yuki era un peligro en una librería. Podía pasarse horas y era capaz de arruinar a cualquiera si se le permitía.
Hikari bajó las escaleras con intención de seguir a su hermana.
—¿Y tú a dónde vas?
—Con aneki¹ —respondió como si nada.
—No, tú te vas arriba a estudiar.
—¿Pero por qué?
—¿Cómo que por qué? ¡Porque no hace ni media hora que volviste del club y aún no te has puesto con los deberes!
Hikari hizo pucheros.
—Aneki, ten cuidado que no se te moje.
—Tranquila.
—Llévate un paraguas por si acaso.
—¡Hasta luego! —exclamó Yuki saliendo por la puerta.
Empezó a correr, con intención de llegar cuanto antes a la librería y poder ojear algunos libros antes de comprar la revista. Sin embargo, se detuvo al ver aparecer en el horizonte una mata de pelo rojizo, también trenzado, saliendo del mismo establecimiento al que ella se dirigía. Su sonrisa se ensanchó.
—¡Ami-chan! —gritó.
La chica se giró hacia ella y le devolvió la sonrisa.
—¡Yuki-chan!
Ami era su amiga de la infancia. Era de estatura era media y sus ojos eran de un color verdoso.
Iban a la misma clase, y como vivían bastante cerca la una de la otra, solían ir juntas al instituto y al volver a casa. Eran inseparables.
—No sabía que ibas a venir a la librería. Hubiéramos ido juntas.
—Quería comprar la nueva revista de shoujo manga.
—Igual que yo. ¿Te importa que compre yo la mía y volvemos juntas?
—Claro, ve.
Yuki sonrió otra vez.
Pero en ese momento, una figura vestida de negro con el cabello alborotado y prominentes ojeras se acercaba esbozando una sonrisa siniestra en los labios, Yasuhiro Tanaka.
—¡Yasuhiro-kun!
Pese a que Ami parecía contenta con la presencia del recién llegado, Yuki mostraba enfado en su semblante.
—Ah, Ami-chan y... Yuki-chan... —Pronunció su nombre con sorna.
Ella sonrió de manera evidentemente forzada, diciéndole sin palabras que no era bienvenido.
—Hola, Tanaka.
El desprecio en su tono fue tan obvio que a Tanaka le resultó divertido, y negando, haciéndose el ofendido, dijo:
—Eso no está bien, Yuki-chan, deberías moderar tu tono y usar honoríficos. Yo los uso contigo. Se llama tener educación².
La chica lo fulminó con la mirada. Le daba igual si los usaba o no con ella. Odiaba a esa persona con toda su alma. Desde siempre lo había visto molestar a cualquier persona menor que él y causar un enorme malestar. A su amiga le podía caer bien y pensar que sólo era un chico al que le gustaba fastidiar un poco, pero Yuki no lo creía así. No le gustaba en absoluto. No había nada que pudiera gustarle de él.
—¿Qué haces aquí, de todas formas?
—Habrá venido a comprar, Yuki-chan —respondió Ami.
—¡Pero si a él no le gusta leer! ¿Qué hace en una librería?
—Incluso yo leo de vez en cuando, ¿sabías?
Ella lo miró con furia. ¿Cómo iba a creer nada de una persona que disfrutaba haciendo daño? Debía haber algún motivo oculto, algo que planeara hacer allí.
Yuki entró en la librería sola, dejando a Ami hablando entusiasmadamente con Tanaka y queriendo alejarse de él lo antes posible.
Se trataba de una librería inmensa, con una gran variedad de libros y mangas de diferentes géneros y demografías. Ojeó uno que otro antes de buscar la revista que quería comprar y apuntó algunos títulos en una libretita que llevaba en su bolsito para evitar que se le olvidaran. Algunas sinopsis eran bastantes interesantes, y si le era posible, compraría algunos de ellos más adelante. Hacía un tiempo que no leía nada que le gustara realmente, pero ella seguía buscando la manera de salir de aquella crisis lectora.
No obstante, en su aventura entre estanterías, escuchó a Tanaka intimidar a un niño que sin duda debía ser de Primaria. Hablaba bajo, pero con tono amenazante y el pequeño no era capaz de articular palabra alguna. ¿Acaso no le daba vergüenza? ¿Por qué no trataba de meterse con alguien de su edad y tamaño? Y cuando se asomó y vio que iba a tirar al niño al suelo, Yuki le golpeó las manos y se plantó frente a él. No podía tolerarlo.
En ese momento el pequeño aprovechó para irse corriendo con el libro de robots que pretendía comprar, quizá con sus ahorros de varios meses.
—¿Acaso no te da vergüenza hacerle eso a un niño pequeño?
Él empezó a reírse.
—¿Acaso he de avergonzarme por pedirle a mi primo que me preste dinero? De lo que sí deberías avergonzarte tú es de meterte en asuntos que no te atañen. Eso es de mala educación, Yuki-chan.
Por supuesto, ni el niño era su primo ni le estaba pidiendo que le prestara dinero. Se trataba todo de una sucia mentira para enmascarar un intento fallido de robo.
—¡En cualquier caso, si no tienes dinero para comprar, será mejor que te vayas! —exclamó.
Él la miró con desprecio primero, pero justo después se inclinó hacia ella, esbozando una sonrisa siniestra y aprisionándola contra una estantería.
—¡Alej...!
La voz se quedó atrapada en su garganta al sentir su desagradable aliento en su oreja. ¿Qué iba a pasar ahora?
—Me iré, tú ganas, Yuki-chan... —susurró.
La sangre se le heló. Todo su cuerpo se quedó inmóvil y lo observó alejarse del lugar, con esa sonrisa despreciable en su rostro. Estaba petrificada y tenía un muy mal presentimiento. De repente sentía que quería ir a su casa cuanto antes. Corrió al lugar donde se encontraba la revista en cuestión y se dirigió a la caja cuando se topó con el niño de antes.
—Eh... Este... One-chan³... —dijo tímidamente.
Yuki sonrió.
—Dime.
—G-gracias por lo de antes.
—No hay de qué. La próxima vez procura venir con tus papás.
—Es que... ese chico quería quitarme el dinero que yo había conseguido ayudando a mamá para comprar el libro, y...
Ella volvió a sonreír.
—Todo está bien ahora.
El niño asintió y se alejó corriendo de allí. Yuki fue a pagar su revista.
Al salir de la librería, vio a Ami esperándola con una sonrisa tierna en los labios. Yuki fingió una y caminó hacia ella.
—¿Qué era lo que Tanaka quería decirte que era tan malo que yo estuviera delante? —preguntó.
Su amiga se sonrojó un poco.
—Nada importante en realidad. Es sólo que... Me ha dicho que le gusto.
Lo anunció como si fuera la mejor noticia de mundo. Como si fuera lo mejor que podía pasarle en la vida. Y Yuki en ese momento sintió que el alma se le caía a los pies. No podía ser. Por favor, que alguien le dijera que no era cierto, que era una simple broma, que no estaba pasando.
Se giró bruscamente hacia ella y la agarró de los brazos, poniéndose frente a ella y obligándola a detenerse.
—¿Qué le has respondido? ¡No le habrás dicho que sí, ¿verdad?!
Ami la miró sorprendida, sin entender por qué su amiga se sentía tan nerviosa y por qué sus brazos temblaban al sujetarla.
—Aún no le he dicho nada.
—¡Ni se te ocurra decirle que sí! —gritó—. ¡Es una mala persona!
—Reconozco que no es un ángel, pero tampoco creo que sea mala persona, como tú dices.
—¿Sabes lo que le ha hecho a un niño en la librería? ¡Ha intentado robarle el dinero que tanto le costó ahorrar para comprarse un libro!
—Lo que haya hecho seguro que es por algún motivo. Tan malo no debe ser. Sé que le gusta molestar, pero nada más. Además siempre puede cambiar.
—¿Por qué lo defiendes?
—Porque lo conozco mejor que tú y sé cómo es. Si dejas de comportarte como te comportas con él, sé que él hará lo posible por llevarse bien contigo.
«¡Las personas así no cambian tan fácilmente!» pensó Yuki, pero no dijo nada. Era inútil, pues sabía que Ami no iba a escucharla aunque intentara explicárselo. Mantuvo la cabeza baja mientras se mantenía tras amiga, que parecía alejarse lentamente de ella.
No obstante, al día siguiente Yuki salía del instituto para ir a su casa cuando de repente se encontró con Tanaka en la puerta. ¿Por qué Ami no pudo presenciar ese momento?
—¿Qué haces aquí? —preguntó molesta.
—Esperarte, Yuki-chan —respondió con una sonrisa siniestra.
—¿A mí por qué?
—Para advertirte y regalarte esto.
Tanaka lanzó un cúter cerrado a los pies de la joven, y ella retrocedió.
—Será mejor que la uses pronto.
—¿Usarla para qué? —respondió ella en tono despectivo.
—Para cortarte las venas, Yuki-chan —respondió él—, porque voy a hacer de tu vida un infierno. No te dejaré en paz hasta que haya conseguido que te suicides. No volverás a entrometerte en mi camino. Ni cuando esté «trabajando» ni con Ami-chan. Le dijiste a Ami sobre el niño, ¿verdad? Ahora aprenderás a no meterte donde no te llaman.


Yuki se detuvo en ese punto de la historia. Por sus ojos parecía no recordar lo que había pasado justo después, o quizá simplemente no era capaz de continuar.
—No te obligues a seguir si no quieres. Puedes terminar de contármelo otro día —le dijo Rei al notar su nerviosismo.
Ella asintió levemente y tragó saliva.
—Al principio no me lo creí —dijo arrastrando las palabras—. Pero entonces comenzaron los insultos, las vejaciones y las humillaciones. —Se detuvo un momento con lágrimas en los ojos—. Y al ver que yo no intentaba suicidarme, que no tenía cicatrices ni partes médicos del hospital por desangre o ingesta excesiva de medicamentos... empezó a hacerme esto... —La joven se remangó ambas mangas del jersey, mostrando las cicatrices en la zona interior de los brazos.
Comenzó a llorar desconsoladamente y él no pudo evitar abrazarla y pegarla a él. Notaba sus lágrimas mojar su camiseta, pero no importaba. Sólo importaba reconfortarla.
—Le decía a todo el mundo que era una suicida, y consiguió que mis amigos me dejasen. Yo pedía ayuda, pero  nadie me la daba porque «era una suicida». Me quedé completamente sola —murmuró.
—Ya no estás sola. Estás conmigo —susurró Rei.
Los brazos cálidos del hombre le resultaban agradables, quizá demasiado, y el latido de su corazón la tranquilizaba. Un pecho ancho donde apoyar la cabeza. Unos brazos que la sujetarían cada vez que ella cayera. Una persona que limpiaría sus lágrimas y que no la juzgaría. Eso era Rei. Le daba miedo pensar que la traicionara más adelante, pero ese temor poco a poco se iba esfumando pese a que cada vez se estaba volviendo más dependiente de él, de un hombre que apenas conocía.
—¿Qué pasó con Ami-san? —preguntó.
Yuki apretó la mandíbula, endureció su expresión y sentenció:
—La recuperaré.

Con el paso de las horas, Yuki se fue encontrando mejor poco a poco. Rei le dio incluso sus galletas, lo cual ella agradeció. Sabía que él, pese a su apariencia, era adicto a las galletas de todo tipo, así que el hecho de que se las diera se podría considerar casi un honor y se sintió un poquito más feliz. Además, se esforzaba por mantener su atención únicamente en él, intentando animarla. Ya no se acordaba de lo ocurrido en la piscina, y se sentía bastante liberada al haberle contado a Rei parte de su historia. Poder confiar en alguien la aliviaba bastante. Estaba relajada, tranquila.
Cuando Rei estaba haciendo la cena, ella se asomó tímidamente desde el umbral.
—Himura-san... —llamó.
El se giró un momento hacia ella y se volvió hacia el preparado de nuevo.
—Dime.
—¿Puedo quedarme a dormir esta noche?
Él la miró sorprendido.
—Claro, ¿pero por qué?
—Si es molestia, no.
—No es molestia en realidad. —Era cierto, pero tampoco podía decirle por qué.
—Es que... como me sentía tan mal antes... le dije a mi madre que iba a estar en casa de Kaori-chan. Por eso yo...
Rei suspiró.
—Está bien.
Hubo un momento de silencio, pero Yuki aún no había terminado de hablar.
—Himura-san...
—¿Hm?
—¿Esta vez... podríamos dormir juntos?
Rei empezó a toser, atragantado con su propia saliva y estuvo a punto de caerse sobre la olla de la sopa.
—¡¿Qué estás diciendo?! ¡Imposible! ¡Absolutamente imposible! ¡No, no, no, no, y no!
Ella pareció dolida.
—¿Tan desagradable te resulta la idea?
Él suspiró otra vez.
—Al contrario, Asakura-san. Creo que me resulta demasiado agradable, muy tentadora.
—Pero yo sé que tú no me harías nada.
«Eso te crees tú» pensó él «¿Es que no ves que soy un hombre adulto? ¿Por qué me estás tomando? Yo también tengo necesidades físicas con la chica que me gusta». Lo cierto es que el hecho de pensar en ello lo deprimía bastante. ¡Por favor! ¡Que Yuki era una menor de edad⁴!
—En cualquier caso, tú dormirás en el futón y yo en el tatami.
—¿Te quedarás cerca de mí?
—Sí, sí —respondió de mala gana. Se sentía preocupado. No se fiaba ni de sí mismo.
—Y Himura-san...
—¿Qué?
—¿Puedo llamarte «Rei-san»?
Él la miró sorprendido.
—Claro —contestó de manera apenas audible.
Las mejillas de la chica se sonrojaron levemente y asintió para ella misma mientras se alejaba de la cocina. Rei, por su parte se apoyó con ambas manos sobre la encimera viendo hervir la sopa.

Tras cenar, Rei sacó el futón del armario y lo preparó para Yuki. Después cogió sus cosas y se metió en la ducha, a enfriar sus pensamientos y aclararlos.
Y cuando fue a ir a dormir, Yuki ya estaba en un sueño profundo. El hombre la miró detenidamente, como hipnotizado por su respiración. Cualquier logro con respecto a enfriar su cabeza se había desvanecido al verla allí, esa figura tan hermosa que se asemejaba a una muñeca de porcelana. La tentación era demasiado fuerte. «¿Me perdonarías?» pensó, y tomando delicadamente el rostro de la joven, le acarició los labios. Casi sin ser capaz de pensar detenidamente lo que estaba haciendo, le besó en los labios con suavidad. La chica no se despertó de su profundo sueño, pero él se sintió avergonzado. ¿Qué había hecho?
Se tumbó junto a ella fuera del futón y le cogió la mano. Se quedó observándola el resto de la noche, prometiéndose a sí mismo que controlaría con todas sus fuerzas los sentimientos que había empezado a desarrollar por ella.
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1. Hermana mayor
2. Pese a que en Japón la gente cercana a veces no usa honoríficos entre ellos, en este caso denota desprecio, ya que Yuki y Tanaka no son precisamente cercanos. La ausencia de honoríficos puede ser considerada una falta de respeto.
3. Literalmente «hermana mayor», pero en este caso, se refiere a la forma de llamar un niño a una chica mayor que él.
4. En Japón la mayoría de edad se alcanza a los veinte años.


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