9 nov 2014

~SMILE: Yuki-chan's Life~ Capítulo 29 (Ver. 1)

De verdad que lamento el retraso. Por favor, no me llaméis pervertida tras leer este capítulo. Me ha costado mucho escribirlo, y además esta es la segunda vez que escribo este capítulo.
Sucede inmediatamente después del capítulo 28.

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~Capítulo 29: Sucesos inesperados~

Sora salió de la habitación. Yuki se quedó paralizada al inicio, pero después se sonrojó y empezó a gritar como una loca «¡No! ¡No! ¡No!» mientras se movía por la habitación sin tener un objetivo claro de a donde quería ir o qué quería hacer, hasta que tiró sobre la cama y frotó la cara contra la almohada, como si eso pudiera quitarle los nervios. Había caído en la trampa de su compañero de piso. ¿Qué debía hacer? ¿Debía declararse de nuevo? ¿Y si él lo recordaba? ¿O y si ni siquiera se había declarado? En cualquiera de los casos ella salía perdiendo. Hundió la cabeza en la almohada y estuvo así un rato.

Yuki salió de la habitación para encontrarse cara a cara con Daisuke, quien se dirigía a la suya en ese momento. El muchacho apartó la mirada.
— Parece que tu compañero de piso tiene problemas abajo.
Ella, que pareció olvidar lo que le iba a decir a su antiguo senpai, corrió escaleras abajo, al vestíbulo, donde se encontraba Rei en la puerta. Él al verla, se llevó un dedo a los labios, indicando silencio. Ella se asomó desde el umbral, y se sorprendió al ver un chico bastante parecido a Sora. El color de los ojos y la altura eran distintos, pero la complexión física y los rasgos faciales en general eran muy similares.
— ¡Le digo que no puedo decirle quién se hospeda en las habitaciones! —exclamó Jiro.
— Y yo que aquí se hospeda Sora Kobayashi y tengo un asunto que tratar con él —dijo el muchacho.
— Mire, váyase, me está espantando la clientela.
— Entonces quiero alquilar una habitación —respondió el desconocido.
— Espe... —dijo Rei.
— Déjalo, Rei-san. Ya estoy aquí —lo interrumpió Sora, que apareció detrás de Yuki—. ¿Qué quieres, Makoto?
— Hablar contigo —dijo el chico.
— No. Sé lo que vas a decir, y no quiero oírlo. Me da igual si eres tú o quien sea: me niego. No es no. Ya lleváis cerca de seis años con lo mismo. Ya no soy un menor de edad.
— Pero, Sora...
Sora salió del vestíbulo y fue hacia las escaleras.
— Kobayashi-san —susurró Yuki yendo tras él.
— ¿Qué? —preguntó el muchacho poniendo un pie en los escalones. Parecía molesto.
— ¿Quién es ese chico?
— Nadie. No te preocupes por él, ¿de acuerdo? —respondió.
Y subió las escaleras.
Ella suspiró.
— Es mejor dejarlo solo ahora mismo —susurró Rei tras ella.
— ¿Sabes quién es ese chico?
— Sí.
— ¿Y qué es lo que quiere?
— Quiero llevarlo de vuelta a casa —dijo el desconocido avanzando hacia ellos con una llave en la mano. Se llevó una mano a la frente, como si estuviera haciendo un saludo militar —. Makoto Fuwa, veinte años, estudiante de música, vivo en...
Yuki y Rei se quedaron asombrados ante la extensa presentación del chico, dando detalles de su vida como si eso no importase. Incluso dijo cuántas mascotas había tenido en su vida, cuántas veces había suspendido un examen, y más cosas de ese tipo. Yuki recordó entonces que cuando se reencontró con Sora pasó algo similar, sólo que al revés, puesto que fue él le hizo preguntas sin parar, aunque el chico no le había contado nada acerca de su vida a diferencia de Makoto, quien estuvo a punto de contar la primera vez que intentó ponerse un condón cuando Rei le tapó la boca a toda velocidad.
— ¡No te presentes de esa forma! —gritó el treintañero.
— Ah, hola, Himura-san.
— ¡¿Ahora me saludas?!
— En cualquier caso... —dijo el chico haciendo moviendo extraños—. ¡Yo soy el más fantástico y callado primo menor de Sora Kobayashi!
— ¡¡De callado no tienes nada!! —gritó el hombre.
Yuki estaba sin palabras.
— Por cierto, quiero saber algo. ¿Eres tú la novia de Sora? —preguntó el muchacho al verla.
— No —respondió ella.
— Mmm, qué raro —dijo él mirando en la dirección en la que se había ido su primo—. Es que él dijo que tenía novia, y que por eso rechazaba a Mayu-chan. Además me pareció que tú estás enam...
Rei le tapó la boca rápidamente, riendo de forma nerviosa. Aunque la chica ya estaba pálida mirando a ambos varones pensando en lo que el joven había dicho.

— A ver, me parece muy bien que vengas a decirme que vuelva a casa, pero... ¡de ahí a quedarte aquí para insistirme me parece demasiado! ¡¿Y cómo me has encontrado aquí?! —le preguntó Sora en el comedor.
Por suerte a esa hora, no había nadie más allí.
Makoto tomó otro trozo de pastel.
— Me enteré que estabas estudiando medicina, así que fui a tu facultad. Allí me encontré con un chico llamado Sano-kun, y me dijo donde vivías. Y allí conocí a la vecina a la que le has dejado a Vivi, y ella me dijo a dónde habías ido. Los bollos de crema que me dio estaban deliciosos
— Sano... —susurró Sora—. Arderás en el infierno. Me aseguraré de ello.
Yuki pudo percibir el aura malévola que desprendía el chico desde la otra punta de la sala. Era sorprendente que alguien tan dulce como él pudiera emitir una sensación tan oscura. Se le erizaron los pelos de nuca.
— ¡En cualquier caso, no deberías estar aquí! —gritó.
— ¿Por qué? Es divertido —dijo el otro riendo.
A Sora se le veía irritado.
— Hagamos algo, si gano, me quedaré aquí e insistiré en que vengas conmigo, si pierdo, me iré. ¿De acuerdo?
El mayor lo miró no muy convencido, pero terminó por asentir.
— De acuerdo.
— Oh no —dijo Rei.
— ¿Qué pasa? —preguntó la chica.
— Esos dos van a pelear.
— ¡Pero Kobayashi-san dijo que le gustaba pelear!
— Y no le gusta.
— ¿Y por qué se va a pegar?
— Yo no dije que fueran a pegarse. Sólo van a competir.
— ¿Peleando?
— ¿Eh? —Rei la miró sorprendido—. ¿Sora-kun no te lo ha dicho? Ambos aprendieron judo durante la Secundaria.
— ¿Pero él es bueno en eso? —preguntó ella incrédula recordando que el chico no era capaz ni de golpear un balón.
— Quedó segundo a nivel regional. Tan malo no debe ser.
La joven no se creía lo que le estaba diciendo el hombre. Pero al salir fuera y ver al chico haciendo los movimientos como si fuera lo más sencillo del mundo, tuvo que quitar esos pensamientos de su cabeza. Sin embargo, el muchacho fue humillado de nuevo al ser derrumbado con una llave de su primo. Yuki cerró los ojos al verlo caer, como si le doliera a ella.
— Pero no me explico cómo puede ser bueno en eso y tan malo en algo como el fútbol —susurró ella.
Rei suspiró.
— Vamos, piensa un poco. Ambos sois de Okinawa. Allí es obligatorio practicar cierto deporte. Tú también tuviste que hacerlo.
Yuki abrió los ojos.
— ¡Karatedo! —exclamó.
— Exacto. Él dejó Okinawa a los doce años, por lo que tuvo que dejar el karatedo, y como él se rehusaba a seguir con el kárate fuera de la isla, su primo, el que ves aquí, le propuso aprender judo junto a él. Las técnicas y formas de lucha son distintas, pero la flexibilidad y el equilibrio ya los tenía inculcados, por lo que no le costó tanto aprender.
Sora se levantó lleno de arena. El terreno era muy incómodo, y él llevaba mucho tiempo sin practicar judo, lo que le había llevado a tener tres derrotas y una victoria frente a Makoto, quien sonreía triunfante y que aparentemente había estado practicando para ese momento.

Yuki estaba pensativa. Makoto había nombrado a una chica llamada Mayu de la que Sora no le había hablado. Y... la había rechazado. ¿Quién sería ella? Suspiró.
— ¿Por qué suspiras así? —preguntó alguien detrás de ella.
— Ah, Kobayashi-san, no, no es nada.
— Si no fuera nada, no estarías suspirando de esa forma —dijo el chico sentándose junto a ella en la toalla.
Yuki miró al horizonte. Rei estaba jugando con su sobrina en el agua. Momentos antes ella también había estado allí bañándose en el mar con él. Parecía que el hombre ansiaba tener hijos, porque la forma en la que miraba a los niños era paternal, inspiraba confianza. El muchacho de veintiuno la miró. Veía dónde ella tenía fijos sus ojos, y no pudo evitar sentirse algo molesto. Cada vez  tenía más claro que ella estaba enamorada de Rei. Iba a irse cuando Yuki habló:
— ¿Quién es Mayu-chan?
El muchacho la miró.
— ¿Eh?
— Makoto-kun la nombró. Dijo que la rechazaste.
— Makoto-kun... —repitió con tono molesto —. Nadie. Es una cría con la que mi madre está empeñada que me case.
— Pero...
— No voy a casarme con ella. Me da igual. No pienso hacerlo. Además tampoco puede obligarme.
La joven desvió la mirada.
— Eh, ¿por qué tanto interés en mi vida? —preguntó él.
— No, nada —ella evitaba mirarlo.
— Ah, así que estás celosa.
— ¡¿Qué?! —gritó ella sonrojada —. ¡¿De dónde has sacado eso?!
— Ah, así que es cierto. —El muchacho parecía divertirse y no podía evitar sonreír—. Dime, Honey-chan, ¿por qué estás celosa de Mayu-chan?
— Y-yo... ¡Yo no estoy celosa de nadie! —dijo levantándose y corriendo hacia el hostal.
— ¡Se te olvida el vestido y la toalla! —le gritó.
Yuki se dio la vuelta y le quitó de forma brusca la toalla y su vestido de las manos de Sora, lanzándole una mirada fulminante antes de irse toda sonrojada, y siendo respondida con una sonrisa pícara del joven.
— Vaya, no es tu novia, pero se ve que estáis muy enamorados —dijo Makoto quien se había puesto en cuclillas junto a su primo mientras este no miraba.
— ¡¿Y tú de dónde sales?!
— Así que por eso rechazaste a Mayu-chan.
— Cállate.
— Bueno, por mí mejor.
Sora puso cara de molestia mientras miraba el mar.
— Oye —dijo Makoto.
— ¿Um?
— Regresa a casa.
La cara de molestia del chico se hizo más evidente.
— No quiero.
— La tía quiere que vuelvas.
— Y yo no quiero volver.
El mayor cogió su toalla y regresó al interior del hostal. El otro suspiró.
— Sí que me va a costar traerlo de regreso.

Sora se desperezó por el pasillo. «Mierda, ya se ha hecho de noche» pensó. Se encontró con Yuki por el corredor.
— Ah, Honey-chan —ella se sonrojó al verlo y corrió a encerrarse en su habitación. El chico respiró hondo. Llamó a la puerta—. Honey-chan, abre la puerta.
— No quiero.
— Si abres te responderé a cualquier pregunta que quieras hacerme.
— ¿Cualquiera?
— Sí.
La chica vaciló. No estaba segura, pero al final accedió. En cuanto abrió la puerta, Sora le agarró una oreja y le gritó:
— ¡TE DIJE QUE NO ME EVITARAS!
— ¡Eeeeeek! —la chica se tapó la oreja dolorida por el grito del chico.
— Vamos —le ordenó haciéndole una señal con la mano.
— ¿Podemos ver los fuegos artificiales? Yo no los vi ayer.
— No vamos a salir.
— ¿Entonces a dónde vamos?
El chico sonrió pícaramente.
— Ahora lo verás.

— ¿Por qué hemos venido aquí? —preguntó Yuki.
— Aquí no nos encontrará nadie —respondió Sora cerrando la puerta con llave.
— Pero es que esto es... una despensa —dijo la chica mirando a su alrededor. Todo estaba oscuro y sólo entraba un poco de luz por una rejilla colocada cerca del techo—. Para hablar podríamos haber ido fuera.
— Pero fuera no podría hacer esto sin que nos vieran —dijo él sentándose en el suelo, apoyando la espalda en la pared y tirando de la muñeca de la muchacha, obligándola a sentarse entre sus piernas y abrazándola por la cintura. Ella pegó un grito por la sorpresa, y luego se sonrojó. Él sonreía felizmente—. Mañana podré estar así contigo todo lo que quiera —susurró.
— Kobayashi-san —dijo ella—, ¿qué es lo que quiere Makoto-kun?
El puso cara de molestia y respondió:
— Quiere llevarme con mi madre. Me escapé con Vivi cuando tenía dieciséis años. Tendrías que haber visto la que montaron mis familiares. Hasta me perseguía la policía. Me costó mucho conseguir la emancipación.
— ¿Qué fue lo que te llevó a escaparte?
— Mi madre ya no quería ni darme de comer. —El chico sonrió con tristeza—. No quería mantener a ese chico que le había robado su vida. No quería tener a un varón como hijo. Me cansé de eso y de que me golpeara. Ya has visto donde tengo la prueba de varios años de golpes.
— ¿Por qué tu madre quiere que te cases con esa chica?
— Ella tiene dinero. Bastante. Además la conozco desde que tenía trece años. Sólo que ella era mucho más pequeña. Mi madre quiere que nos casemos porque es lo que a ella le conviene.
Yuki bajó la mirada.
— Ah, pero no te entristezcas. Estoy bien. Estoy bien siempre que pueda estar así contigo —sonrió Sora abrazándola más fuerte. Empezó a reír nerviosamente. Ella se dio cuenta de que el chico se estaba deprimiendo—. Aunque lo más posible es que tú también estés cansada de mí.
— ¡Eso no es cierto! —exclamó ella.
— Eso dices tú, pero...
— ¡No! —dijo ella girándose hacia él—. Yo no me voy a cansar de ti nunca. A mí me gusta estar contigo.
El chico, que estaba anonadado, sonrió de nuevo.
— Gracias —extendió los brazos—. ¿Me abrazas, por favor?
Yuki le echó inmediatamente los brazos al cuello, abrazándolo. Estuvieron así un poco, mientras el chaval murmuraba en voz muy baja: «Gracias, gracias, gracias...». Entonces él quiso separarse de ella.
— Honey-chan, sepárarte, por favor. Salgamos ya de aquí. —Pero eso sólo hizo que ella se aferrase más a él—.Vamos, Honey-chan, ya es suficiente —dijo él intentando separarla amablemente.
— ¿Por qué? —susurró ella.
— ¿Eh?
— ¿Por qué quieres que me separe de repente?
— Eh, pues porque...
— Yo quiero abrazarte más —interrumpió ella.
— No, no debes seguir haciéndolo.
— ¿Por qué?
— Porque no.
— ¿Por qué no puedo seguir abrazándote? —ella lo abrazó aún más fuerte.
Él respiró hondo, y sonrojado respondió:
— ¡Porque si esto sigue así, acabaré besándote!
— Pues hazlo.
— ¿Qué? —él no daba crédito a lo que oía.
Yuki se separó de él dijo mirándolo a los ojos.
— ¡Que lo hagas!
A él no le dio tiempo a hacer o decir nada. Ella ya había puesto sus labios sobre los suyos. No tenía por qué tener remordimientos ni vacilaciones ahora. El chico ya era soltero.
Él no cerró los ojos. No creía lo que estaba pasando. Cuando ella se separó de él, él aún la miraba, sorprendido.
— Ho...
Los labios de Sora de nuevo fueron atrapados por los de la chica. Él reaccionó esta vez, empujándola.
— ¿Estás loca? ¿En qué estás pensando? ¿Y si pasa lo de la otra vez? No, ¡¿y si no soy capaz de controlarme y pasa algo más?! ¡No te lo tomes a broma!
— Pues que ocurra.
— ¿Qué?
— ¡Que ocurra! ¡Prefiero que sea contigo que con cualquier otro!
— Per...
Ella bajó la mirada.
— Cuando Tanaka me hizo aquello, deseaba no haberte detenido la otra vez. Deseaba con todas mis fuerzas que hubiera pasado algo más.
— Pero, Honey-chan, eso debe ser con alguien por quien tengas sentimientos.
— ¿Es que tengo que explicártelo? Me encanta estar contigo, hablarte, mirarte... Eschar tu voz, cuando hablas y cuando cantas. Oírte tocar la guitarra. Verte cocinar, jugar a tus juegos, estudiar... Me gusta dormir contigo, esperar a que llegues a casa. Me gusta observarte mientras duermes, verte salir de la ducha. Me gus...
Sora la interrumpió tapándole la boca con las manos mientras sus mejillas se encendían.
— ¿Crees que ahora puedo quedarme quieto después de escuchar eso?
— Kob...
El muchacho se abalanzó sobre ella, besándole la boca y tumbándola en el suelo mientras él se ponía encima.
— No sé exactamente qué sientes por mí, pero tengo claro que para ti no soy sólo tu mejor amigo, y que sientes "algo" por mí.
Las mejillas de Yuki se encendieron y el chico se inclinó de nuevo hacia ella y la besó suavemente. Ella correspondió. Él se detuvo un momento para mirarla. Estaba completamente ruborizado.
— ¿Estás segura?
— Sí... bueno... este sitio es un poco raro... — respondió.
— Ya —el sonrió, nervioso.
La besó de nuevo en los labios. Luego en la barbilla. El cuello. La clavícula...
Sora volvió a separarse un momento.
— ¿Puedo usarla?
La chica lo miró sorprendida.
— ¿El qué?
— Mi lengua —dijo tratando de tapar su cara.
— Supongo —el rubor de Yuki era más evidente.
Sora se inclinó despacio hacia ella, vacilando un poco. Aún le quedaba un poco de juicio para controlar un poco sus acciones. Los labios de ambos chocaron, y la lengua de Sora se abría paso con lentitud en la boca de la chica. Era la primera vez que él besaba así, así que Yuki tuvo que guiarlo. Pero aun así, les resultaba placentero y excitante. Sus bocas se detenían lo justo para respirar.
— Tengo calor —susurró el muchacho.
Se separó de ella y se quitó la camiseta. La vergüenza que sintió la chica al verlo, hizo que se reflejase en su cara, y que deseara que la tierra la tragase.
El chaval tragó saliva y se atrevió a deslizar una mano por su muslo mientras se inclinaba de nuevo para besarla La chica se estremeció y sintió el impulso de detenerlo, pero se contuvo. Entonces el chico, mientras le lamía con suavidad y timidez el cuello a Yuki, metió algunos dedos por el lado de la ropa interior de la joven, hasta terminar de meter el resto de la mano. La piel de Yuki temblaba, y los dedos de Sora asomaban por la zona superior de su ropa interior. El pulgar se deslizó por debajo de la tela, llegando al pubis de la chica. La muchacha hizo un evidente gesto de contener una patada. Parecía que estaba muy nerviosa, completamente tensa y con las mejillas coloradas. Él le acarició el cabello, quitándole las coletas con una mano. El chico la obligó a incorporarse, despojándola suavemente de su vestido, y cuando ella menos se lo esperaba, el chico le desabrochó el sostén, dejándole al descubierto su pecho. Ella trató de taparse con los brazos, pero Sora, tiró de ellos con suavidad.
— Kob... —fue interrumpida por un beso del muchacho.
— Sora.
— ¿Qué?
— Llámame Sora.
— Per... —de nuevo la interrumpió con un beso, volviéndola a tumbar.
El suelo estaba un poco frío.
Ella lo miró, completamente sonrojada. Ya no se cubría el pecho. El muchacho colocó una pierna apretando entre las de la joven mientras le besaba y le lamía la oreja. Y despacio y con disimulo bajó hasta su cuello. Y de su cuello, logró llegar a su pecho. El chico movió la rodilla. La respiración de ambos estaba agitada, y cuando él empezó a tocarle un pecho, no pudo evitar reprimir un gemido tapándose la boca con las manos, y eso no al joven no le pasó desapercibido. De la misma manera, a Yuki no le pasaba desapercibido el hecho de que Sora ya estaba listo para llegar más lejos aún.
El muchacho entonces estuvo a punto de bajarle la ropa interior a Yuki cuando la cerradura dio un chasquido y la puerta se abrió...

— ¡¿Qué hacíais en la despensa haciendo manitas?! —dijo Rei muy cabreado.
Los había sentado en sillas frente a él mientras los sermoneaba.
— ¡Es una despensa! ¡¿Entendéis?! ¡¡Ahí se guarda la comida!! ¡¿No os da vergüenza?!
— Per...
— ¡¡No quiero oír excusas!! —interrumpió a Sora—. ¡¡Para algo están los dormitorios y los carteles de no molestar!!
— Re...
— ¡¡Que no quiero excusas!!
— ¡Sí, señor! —respondieron Yuki y Sora a la vez.
— ¡Ahora id a daros una ducha de agua fría! ¡¡Y por separado!!
— ¡Sí, señor! —repitieron.
Ambos salieron corriendo hacia las escaleras, subiendo rápidamente.
Yuki no se había sentido más avergonzada en la vida. Rei los había pillado medio desnudos. El  hombre había sacado a Sora literalmente a rastras, y después cerró la puerta para dejar a Yuki que se vistiera, pero en cuanto salió de la despensa, la agarró y la hizo sentarse en una silla junto al muchacho.
— Siento lo que ha pasado, Honey-chan —se disculpó una vez llegaron arriba.
Ella negó con la cabeza.
— No, yo también tengo culpa.
— ¿Pero sabes, Honey-chan? —dijo él abriendo la puerta de su habitación.
— Dime.
Él, sonrió, sonrojado y se inclinó para besarla.
— Que lo ha pasado hoy allí y lo que me dijiste no lo voy a olvidar nunca.
Y el muchacho cerró la puerta tras él, mientras ella, ruborizada y agitada, miraba la puerta por la que el joven había desaparecido.


~Fin del capítulo 29~

Spoiler del capítulo 30: No hay spoilers.

1 comentario:

  1. Ha sido precioso *-* ahora adoro aún mas a Sora. Yo quiero un Sora T-T. Espero con ansias el siguiente capitulo!

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